Tuesday, August 16, 2011

1 + 1 = Un Super Uno

Mi hijo Ron acababa de escribirme lo siguiente:

"Papá, quizá no haya sido tu intención, o quizá te sea duro hacerlo, pero quiero recordarte que tu contestadora telefónica aun dice: "Usted ha alcanzado el teléfono de Rafael y Frances Hiatt".... Espero que esto no te suene brusco, yo los extraño a los dos, juntos, tanto como extraño a mamá. No te estoy diciendo que tú eres menos que una persona íntegra. Lo que estoy diciendo que los dos hacían una "superpersona"; aun más de lo que dos personas pueden hacer separadas. 1+1 = 2 solo importa en cosas tontas como las matemáticas." Ron

Querido Ron:

¿O, quién jamás escucha a su propia contestadora? ¡Tengo que cambiar eso! Mamá ahora vive en su nueva dirección donde las comunicaciones funcionan en una frecuencia diferente. ¡Piénsalo! ¡Ya no hay llamadas en las cuales te ofrecen un producto o una hipoteca con intereses más bajos! Todo debe estar tranquilo allí, excepto por esa música harmoniosa de trasfondo de voces angélicas.

Tienes razón, Ron. Solo soy la mitad... en verdad, menos que la mitad. Mamá era mi cerebro. Yo siempre le preguntaba: "¿Cuál era el nombre de la esposa de ese pastor?" y, "¿Te acuerdas de ese papel que hice en la Escuela Bíblica sobre sermones en el libro de Los Hechos?" (En los días de Escuela Bíblica, todo lo tenía que escribir a mano, y ella lo pasaba a maquina mientras yo le pasaba los manuscritos. Estábamos apretados en esa casa rodante de solo 8 metros de largo, con el llanto de nuestro hijito Ronny proveyendo la música de fondo y nuestro mini-loro aterrizando en la cabeza de ella.) 40 años más tarde, si yo le pedía, ella aun podía encontrar ese papel almacenado en viejas cajas! Ella escuchaba y retenía casi todo. Yo no estaría hoy donde estoy sin ella. Aparte de eso, ella era tan dulce con todos, (aún conmigo), que todos la querían.

Confieso que de joven yo no tenía la menor idea de cómo elegir una compañera para mi vida. No era un joven maduro que miraba lejos al futuro para formar de ante mano mis decisiones. Al contrario yo improvisaba mis decisiones en medio de mis experiencias.
Solamente fue Dios que me guardó de casarme con una bella muchacha llamada Jill.
Ella era muy talentosa y hermosa, y yo estaba bobamente enamorado de ella y (a Dios sea la gloria para siempre!), ella me abandonó por otro muchacho y destrozó mi corazón. Ella se casó con ese muchacho... y más tarde me enteré que se divorciaron y quién sabe qué fue de ella después y dónde está ahora, si es que aun vive. En aquel entonces yo no me ponía a reflexionar bien sobre las cosas. Me dejaba llevar por las emociones y adonde me llevara la suerte. ¡Una sola cosa me salvó del naufragio: DIOS! Yo realmente quería hacer Su voluntad y vez tras vez buscaba el plan de Dios para mi vida. Pero Él nunca me contestó. Por lo menos así pensaba yo. Nunca me mostró mi futuro camino. Ninguna palabra del cielo. Él sabía que yo no estaba maduro para esto. Yo corría a toda velocidad hasta chocar contra una pared… rebotaba y luego corría en otra dirección para rebotar nuevamente. Como sabes, realmente no he cambiado mucho. Todavía corro a toda velocidad y reboto contra paredes. Solo que ahora después de chocar contra la pared me cuesta más tiempo levantarme del piso… ja. Pero bien pronto me encuentro corriendo con todas mis fuerzas en otra dirección.

Y todo el tiempo me siento como ese adolescente tratando de hacer la tarea de un hombre adulto.

Con amor,

Papá.