Les presento a Víctor Chico y Gabriela, su flamante esposa. Recién completaron su ceremonia civil de casamiento en la ciudad el día anterior a su ceremonia de casamiento en la iglesia Betel de Los Alcanfores en las islas del delta.
Hace más de veinte años Víctor era un “bebé en brazos” cuando Dios me dio un golpazo en el pecho, mientras pasaba por el muelle de sus papás con la lancha Mensajera de Paz. Estábamos terminando un largo día de ministerio con el Pastor Cocholo y su esposa Lilia,. Dimos la media vuelta y atracamos en el frágil muelle al frente de su humilde ranchito. Esa noche, parados en el muelle, Juan y Juana Chico recibieron a Jesucristo como su Salvador. Todo en la vida de ellos cambió en ese momento. La profunda depresión que los aquejaba por la muerte de su niñito, Juancito de cuatro años, que había fallecido de un tumor cerebral, se transformó en gloriosa esperanza de volver a verlo nuevamente en algún día no muy lejano en el cielo. Inmediatamente Juan dejó de beber y de fumar... cánticos de gozo inundaron su corazon, donde la depresión había sembrado pensamientos de suicidio.
Ahora, 20 años más tarde ese mismo “bebé en brazos”, Víctor, es un músico y dirige la alabanza en la Iglesia Betel de Los Alcanfores ubicada en el corazón del Delta del Paraná, a tres horas de lancha de tierra firme. Víctor me rogó que estuviera en su casamiento el 25 de Febrero, pero lamentablemente no pude asistir.
La novia, Gabriela, y su padre arriban al muelle de la Iglesia a bordo de la "Nelly", una de nuestras cinco lanchas "colectivas" de la iglesia. Esta es la misma lancha que chocó con un tronco hundido y se fue a pique hace como un año atrás. La reflotaron y la restauraron completamente. Quedan parados en el muelle para una foto.
La alfombra roja comienza aun antes de subir las escaleras de la iglesia.
El Pastor Urquiza, a quien todos conocen como Cocholo, "les ata el nudo".
Se sella una consagración por toda la vida.
De izquierda a derecha (la madre de Victor) Juana, Víctor, Gabriela y Juan Chico (padre de Victor), y el Pastor Cocholo (sentado).
El trasfondo de esta historia: Corría el año 1982 cuando compramos la lancha "La Mensajera de Paz" y comenzamos mi parte en el ministerio a los habitantes de las Islas del Delta del Paraná. Allí no hay ni caminos, ni puentes ni carreteras. La "lancha almacén" pasa una vez por semana, y si usted tiene dinero puede comprar algo para comer. La mayoría de los hombres trabajan y cultivan y cosechan muchas hectarias de plantaciones de árboles para hacer pulpa para papel y madera para hacer cajones. He visto ancianos de 75 años de edad, con todos sus músculos temblando cargando troncos enormes caminando por una tabla cargando una balsa. La vida en estas islas era muy dura y aun lo sigue siendo. Muchas personas viven totalmente aisladas, algunos sin ver rostro humano por días y semanas. Pecados de toda índole, el abuso de alcohol es un problema serio, y muy pocas parejas están casadas legalmente. El hecho es que para tener un matrimonio legal,
tienen que viajar a la ciudad, tomando la lancha comercial, cuyo boleto es caro, y luego un omnibus hasta un registro civil. He conocido a ancianos allí que nunca conocieron a la ciudad. Y eso que no están a más de 50 km de la gran metrópoli de Buenos Aires. El incesto es común, y abundan los hogares y vidas rotas.
Desde el principio encontramos muchos corazones abiertos y muchos vinieron a Cristo y sus vidas comenzaron a cambiar. El Pastor Cocholo y Lilia y su fiel equipo aun están alcanzando las profundidades de este laberinto de ríos y canales y de miles de islas llevando el amor de Jesús a los perdidos mes tras mes. Zapatos para piecitos descalzos, chaquetas abrigadas para los fríos días de invierno, bonitas y buenas ropas usadas (ahí es donde iban a parar
las ropas usadas de Frances). Leche en polvo, agua potable, comida, educación clínica y ayuda de médicos y dentistas, todas estas cosas y aun más son las cosas que necesita esta gente que viven en lugares remotos... cosas que la iglesia intenta suplir. Pero lo más importante, es que el "Cambio de Jesús" les llega a muchos corazones abiertos.
El pecado no ha sido erradicado. Pero ha habido un positivo cambio en esta cultura en muchas áreas. El Apóstol Pablo escribió: "Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es el poder de Dios para salvación de todo aquél que cree..." (Romanos 1:16). El evangelio de Jesucristo no es simplemente otra religión con su velas y ceremonias. Es el poder de Dios que lo convierte a usted y a mi en nuevas criaturas. "¡Las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas!" (2a. Corintios 5:17)
¡A Dios sea la Gloria!
Rafael.