Era como la
1 de la madrugada del 5 de octubre de 2010, cuando mi amada esposa, Frances, estaba
para pasar a la eternidad. La hermana de Frances, que se llama Nancy,
había venido para ayudarme en esos momentos tan difíciles. Ella era como
un angel del cielo para mí. Esa noche cuando yo oí que Frances estaba luchando
con su respiración, desperté a Nancy y la traje al nuestro dormitorio.
Ella entro cantando y yo me uní a ella en canto de adoración y parecía
que los cielos se abrieron. De pronto Frances estaba tratando de
hablarme, pero estaba tan débil que yo no la podía entender. Nancy y yo
nos inclinamos sobre su rostro y le pedimos que repitiera.
Finalmente, ya cuando estaba lista para partir, pudimos entender sus
tenues últimas palabras..."Te amo"... Yo estaba tan emocionado
que no atiné a contestarle con una expresión de amor. No era que no
nos habíamos confirmado nuestro mutuo amor muchas veces durante esa última
semana. Solamente era que en ese momento, justo cuando ella estaba a
punto de partir de este planeta, no pude expresar nada. Me he sentido mal
acerca de esto cada vez que me acuerdo ahora ya por casi dos años.
Pero esta mañana, a las 5 de la madrugada, tuve un sueño fuera de lo común.
Aun cuando
estoy escribiendo todo esto, siento escalofríos por todo mi cuerpo y mis lagrimas
fluyen a torrentes. Soñé que estaba en la Argentina, llevando a mi
hermano Mel (que recientemente paso a la eternidad), a través de una pequeña agrupación
de gente. Yo iba adelante y Mel se paró para conversar con alguien. Me
sorprendió que él había encontrado alguien con quien hablar inglés. Luego
él dejó a esas personas y se vino.
Fue en este
instante que la vi a ella!
Mi dulce
Frances estaba parada entre medio de esa gente, conversando con ellos.
Grité su nombre, pero parecía que ella no me oía y comenzó a caminar, alejándose
de mí. La llamé nuevamente y corrí hacia
ella por medio de la gente. Ya ella me oyó y se dio vuelta hacia mí. Yo corrí hacia ella, pensando que ella no era
real, extendí mis manos hacia ella y le grité: "¡Dejáme tocarte!".
Ella extendió ambas manos hacia mí y las tomé en las mías. ¡Al tocarlas
era reales! La atraje hacia mí y la
abracé. Era real! La pude sentir.
Ella estaba tan hermosa! Su cabello, que ahora era bello como antes
de la quimoterapia, ya estuvo tocando suavemente mi rostro. Ella no habló. Por
solo un momento la tuve entre mis brazos y le pude decir: "Te amo!" Luego ella iba desvaneciendo hasta desaparecer...
y mis brazos quedaron vacíos.
Me desperté,
pero mi corazón ya no estaba vacío. Estaba lleno de gozo, porque una vez más
pude abrazar a mi Frances. Mis ojos, aún antes de despertarme, estaban
llenos de lágrimas.... lágrimas de gozo mezclado con tristeza por la
distancia que nos separa, y mientras escribo estas líneas aún siento esa mezcla
de maravilloso gozo y extraña tristeza de la separación.... y si, las lágrimas
siguen fluyendo.
Sí, tienen
razón. Soy un llorón... Pero aunque fuera solamente en un sueno, pude tener a mi
Frances en mis brazos y finalmente pude pronunciar las palabras que tanto
quise decirle: "¡Te amo!".
Rafael