Era pequeñita, débil y aparentemente se le había acabado el combustible.
Esto suena dramático hasta que les digo que ella era solo una pequeñita abejita sentada en el parabrisas de mi coche cuando me fui de la ciudad de Turlock. Decidí llamarla "Honey" (Sería "Miel" en inglés o "Dulzura.") Pobre criatura indefensa. La pobrecita se aferraba con todo sin moverse, con el viento azotándola mientras manejaba hasta mi casa... unos 25 kilometros.
Me acordaba de una película científica del Instituto Bíblico Moody acerca de las abejas, una película que yo solía presentar en las escuelas en la Argentina. La película cuenta que a veces a las abejas "se les acaba el combustible" y ya no pueden levantar vuelo. La película enseña que a veces si uno les da agua azucarada ellas pueden revivir y volver a su colmena.
Siendo que ella aun estaba en el parabrisas cuando llegué a casa, y no se movía, me dije: lo voy a intentar. Mezclé un poco de agua con unos cristales de azúcar y los puse en un papel pegado al parabrisas y lo puse justo bajo su nariz (si las abejas tienen narices). Ella inmediatamente comenzó a beber. Y pronto empezó a moverse un poco, y aún se levantó sobre el papel y comenzó a limpiar el papel.
Ya que ella se había levantado y estaba sobre el papel, levanté el papel tiernamente y la llevé al patio atrás de mi casa y la coloqué cuidadosamente sobre mi rosa favorita, mi "sonriente rosa amarilla del invierno". "Honey" estaba deleitada y se paseó delicadamente sobre mi rosa y bebió del dulce néctar. Le tomé un par de fotos y me fui hacia adentro. Regresé unos 5 minutos más tarde, pero ya se había volado.
Me la imagino que salió buzz-buzz cantando "Soy libre para correr, libre para volar, libre para vivir en ti! Libre Soy!
Debe ser unas casi 20 kilometros en linea directa desde mi casa hasta Turlock. Espero que mi "Honey" haya llegado bien y seguro a su hogar.
Rafael.