Hace dos semanas atrás estaba manejando hacia la pequeña ciudad de El Bolson
anidada a los pies de los Andes. El terreno es muy parecido al lugar de
nacimiento de mi padre, en un lugar llamado "Mist" en el Noroeste de
Oregon, en donde su padre, mi abuelo, William Frank Hiatt, estableció su
heredad a mediados de los 1800s.
Ya están a fines de otoño aquí en la Argentina y los
rojos escaramujos de las rosas silvestres bordean el camino,
iluminando el maravilloso paisaje.
(Haga click en las fotos para agrandarlas).
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El pastor Fernando Reyes y su amorosa familia me dieron la bienvenida con una
deliciosa comida, a su pequeño hogar edificado en la ladera de una
montaña, junto a un camino de grava.
Cuando ya no pudo pagar la renta para un pequeño salon cívico en la ciudad,
intercambió su auto por un pequeño terrenito junto al río y construyó un
pequeño refugio de troncos para su pequeña congregación. Ellos
cuelgan sábanas en las paredes para impedir los helados vientos
antárticos nocturnos, que se filtran por todas las
hendijas de los troncos.
Uno tiene que rendirles honor a su fidelidad. Fernando trabaja como
plomero para sostener su familia, mientras que al mismo tiempo intenta levantar una
congregación.
Veintinueve personas, incluyendo el pastor y su familia vinieron en la helada noche del viernes. ¡Cuando cuento... yo siempre incluyo los niños y
bebés! ¿Y por qué no? Pienso que Jesús lo haría.
Ahora, dos semanas más tarde, estoy yo aquí rodeado de "opulencia", frente a mi computador, en mi cómodo hogar en Modesto, California. Y ¿qué pasa conmigo? Ya comienzo a añorar en mi corazón, deseando de poder volver pronto.
Ahora, dos semanas más tarde, estoy yo aquí rodeado de "opulencia", frente a mi computador, en mi cómodo hogar en Modesto, California. Y ¿qué pasa conmigo? Ya comienzo a añorar en mi corazón, deseando de poder volver pronto.
Me
las arreglo para salir de la Argentina, pero no puedo sacar a la Argentina de
mi corazón.