En la Argentina usted tiene que acostum-brarse a
esperar en una cola. Usted va a la farmacia, y hay una cola, va a la
ferretería y espera en la cola. Vaya a la esquina para tomar el colectivo
y espera en la cola. Usted va al banco y espera en la cola. Yo me
acuerdo de momentos en que la cola en el banco iba hasta afuera y doblaba la
esquina. Un día Frances estaba esperando en la cola del banco y una
señora de edad se desmayó ahí mismo en la vereda.
Tomé estas fotos mientras estaba esperando en la cola a las 17 hs (dos horas antes del servicio) para entrar al estadio para nuestro Concilio General de los Pastores de las montañas en Córdoba.
La multitud había excedido la capacidad del estadio de 2,300
personas. Cientos permanecieron afuera en una carpa con una pantalla
gigantesca. Me dicen que la cola era de más de tres cuadras en ese
momento... pero a cada rato alguien venía corriendo para darme un abrazo.
Este chiquillo apareció de algún lado y abrazaba mis piernas, me agaché y me dió el acostumbrado beso en la mejilla. Era tan hermoso y sincero que
le pedí a alguien que nos tomara una foto. Ni siquiera sé su nombre ni de
dónde vino.
¡Esperar en cola en la Argentina es divertido cuando va
acompañada de abrazos argentinos!
¡La adoración aquí es algo fuera de este mundo! Y la
presencia del Señor es poderosa. La predicación inspiradora.
Martes por la mañana: prácticamente cada asiento del estado
está ocupado. El predicador de esta mañana es el hermano Pablo
Silberbeib, uno de un grupo de muchachos que se entregaron al Señor cuando estabamos predicando en la plaza en el año 1977. Ahora recibe invitaciones de todas
partes del mundo para ir a predicar, y en cuanto me vió vino corriendo a
abrazarme.
Ya pasó el servicio nocturno. Ya pasó una hora y me lo
paso saludando a viejos amigos, y como de costumbre soy uno de los últimos en
salir. Ya las luces estaban apagadas y yo estaba esperando que viniera mi
taxi para llevarme al hotel cuando fui atacado por este deleitoso grupo de
jóvenes que venían de la Patagonia, a más de 1,500 Km de distancia hacia el
sur, algunas de ellos de iglesias que nosotros ayudamos a comenzar.
¡Cuánto quisiera que usted pudiera estar aquí para poder
presenciar esto! No hay palabras para poder expresar el amor y la
excitación que yo siento!
Rafael