Thursday, October 17, 2013

Esperar en Cola Puede Ser Divertido

En la Argentina usted tiene que acostum-brarse a esperar en una cola.  Usted va a la farmacia, y hay una cola, va a la ferretería y espera en la cola.  Vaya a la esquina para tomar el colectivo y espera en la cola.  Usted va al banco y espera en la cola.  Yo me acuerdo de momentos en que la cola en el banco iba hasta afuera y doblaba la esquina.  Un día Frances estaba esperando en la cola del banco y una señora de edad se desmayó ahí mismo en la vereda.  

Tomé estas fotos mientras estaba esperando en la cola a las 17 hs (dos horas antes del servicio) para entrar al estadio para nuestro Concilio General de los Pastores de las montañas en Córdoba. 

La multitud había excedido la capacidad del estadio de 2,300 personas. Cientos permanecieron afuera en una carpa con una pantalla gigantesca.  Me dicen que la cola era de más de tres cuadras en ese momento... pero a cada rato alguien venía corriendo para darme un abrazo. 

Este chiquillo apareció de algún lado y abrazaba mis piernas, me agaché y me dió el acostumbrado beso en la mejilla.  Era tan hermoso y sincero que le pedí a alguien que nos tomara una foto.  Ni siquiera sé su nombre ni de dónde vino.  

¡Esperar en cola en la Argentina es divertido cuando va acompañada de abrazos argentinos!



¡La adoración aquí es algo fuera de este mundo!  Y la presencia del Señor es poderosa.  La predicación inspiradora.

Martes por la mañana: prácticamente cada asiento del estado está ocupado. El predicador de esta mañana es el hermano Pablo Silberbeib, uno de un grupo de muchachos que se entregaron al Señor cuando estabamos predicando en la plaza en el año 1977.  Ahora recibe invitaciones de todas partes del mundo para ir a predicar, y en cuanto me vió vino corriendo a abrazarme.

Ya pasó el servicio nocturno.  Ya pasó una hora y me lo paso saludando a viejos amigos, y como de costumbre soy uno de los últimos en salir. Ya las luces estaban  apagadas y yo estaba esperando que viniera mi taxi para llevarme al hotel cuando fui atacado por este deleitoso grupo de jóvenes que venían de la Patagonia, a más de 1,500 Km de distancia hacia el sur, algunas de ellos de iglesias que nosotros ayudamos a comenzar.

¡Cuánto quisiera que usted pudiera estar aquí para poder presenciar esto!  No hay palabras para poder expresar el amor y la excitación que yo siento!

Rafael