Una vieja canción popular durante los años 40 decía: "I'll be home for Christmas"... o sea "Estaré en nuestro hogar para la Navidad. Puedes contar conmigo, estaré en nuestro hogar para
la Navidad... aunque solo sea en mis sueños." Es una canción
cargada de emociones escrita durante la segunda guerra mundial para los
soldados en el frente, que solamente podían soñar con estar en sus hogares
para la Navidad.
Bueno, los últimos años he tenido el privilegio de llegar a mi hogar para la Navidad. El martes 17 de diciembre llegué en USA desde la Argentina. ¿Y quién sería que hará el viaje de 300 kilómetros para recogerme en el aeropuerto de San Francisco? Fue mi deleite de ver a mis dos nietos: Michelle y Evan... que ahora portan con orgullo sus licencias de manejar!
Pero ¿cómo puede uno celebrar la Navidad cuando su familia está desparramada por muchos kilómetros alrededor? Respuesta: Usted se sube a su auto y comienza a visitarlos.
Este año comencé con Tim y su familia que son los que viven
más cerca a mi hogar. El domingo antes de la Navidad, Evan. (en el pulover verde), cantó con el grupo de alabanza y cantó solo la estrofa de "Ven, Oh
Emanuel!"
Disfrutamos un hermoso servicio de Nochebuena en la iglesia en la cual Michelle, (de vacaciones de invierno de su primer semestre en Azuza Pacific University), tocó el teclado y Tim dirigió la alabanza. También ellos dos cantaron un dúo: "Esto es amor", relatando cómo Dios descendió y llegó a ser hombre para traernos la salvación.
En el hogar de Tim disfruté el día de Navidad, juntamente
con los padres de Cheryl y su parentela.
Luego enfilé hacia el norte.
Para mi cumple-años, el 31 de diciembre, no pude resistir de
ir a mi "secreto Bethel" sobre una colina en el Monte Tabor en Portland, lugar en el
cual tuve muchos encuentros con Dios durante mi juventud, y aún en años
posteriores. Ahora la ciudad ha provisto una banca para sentarse para
orar. "Gracias!"
Celebramos la Navidad de nuevo con otra reunión familiar el día de Año Nuevo.
Estas son mis dos hermanas restantes. Carol, en la chaqueta roja, tiene 91 años, excelente salud y aún maneja, y Joanne 84, que
recientemente ha tenido serios problemas de salud. Y yo, el
hermanito menor en el medio.
Mi hermana menor, Joyce, y mi hermano mayor, Mel, ya están
con el Señor.
La celecración se hizo en el hogar del nieto de
Joanne, en Gresham, cerca de Portland. Tuvimos un tiempo muy bendecido.
El hijo de Joanne: Dan, tocó el piano y nosotros adoramos mientras
cantamos todos los villancicos. Lástima que por la distancia mis tres hijos no
pudieran estar en esta reunión.
Desde allí seguí rumbo al norte a Seattle, para visitar la
viuda de mi hermano, Ruth Alice, y algunos de mis sobrinos. Dan y Nancy
Hiatt, que recientemente pasaron 5 semanas conmigo en la Argentina, me dieron
un cómodo alojamiento de cama y comida durante mi estadía allí.
Con mi hijo Miguel y su esposa Mary nos reunimos para una
deliciosa cena en un restaurante en Seattle. Aún me falta visitar a mi
hijo mayor: Ron, con su esposa Elizabet, que viven en Felton, California. Hemos acordado la fecha del 19 de enero para nuestra reunión con ellos.
Regresé hacia California por la carretera de la costa de Oregon. Paré una noche en Oceanside. Caminé por debajo de este acantilado, dónde a la edad de 13 años, emprendí una aventura, que, a no ser por la gracia de Dios, me hubiera costado la vida, al desbarrancarme. La erosión a través de los años ha transformado drásticamente este lugar.
Aún amo la costa de Oregón con la furia del océano
estrellando sus olas contras las rocas. Me hablan del gran poder de Dios.
Recuerdo que una vez estuve pescando desde esa roca que ven detrás mío. Justo había sacado un pescado bien bonito, le había quitado el anzuelo y lo puse atrás mío en la roca, cuando oí que mi hermana me gritaba algo. Me dí vuelta, y al instante pude ver a una gaviota devorando mi apreciado pescado de un solo tirón. ¡¿Cómo lo pueden hacer?!
Recuerdo que una vez estuve pescando desde esa roca que ven detrás mío. Justo había sacado un pescado bien bonito, le había quitado el anzuelo y lo puse atrás mío en la roca, cuando oí que mi hermana me gritaba algo. Me dí vuelta, y al instante pude ver a una gaviota devorando mi apreciado pescado de un solo tirón. ¡¿Cómo lo pueden hacer?!
Bueno, el Salmo 136 dice que "ÉL da alimento a todas
sus criaturas". ¡Pero esa ingrata gaviota ni siquiera me dio las gracias!
¡Tengan un feliz y bendecido Año 2014!
Rafael.