Anoche una amistad y yo estuvimos conversando de mi reciente "blog" sobre mi visita al cementerio, a la tumba de mi amada esposa. Tuvimos una breve conversación por teléfono relacionada con ser transparentes y permitir que otros vean nuestro dolor. Luego esta persona, que prefiere mantenerse anónima, escribió la siguiente nota y yo le pedí permiso para publicarla en mi "blog."
Escribió: Después de nuestra conversación anoche, prendí la TV en el Canal TBN, solamente por unos minutos. Apareció la Pastora Paula White y leyó la Escritura de Juan 20:20 + 27"Y cuando les hubo dicho esto, les mostró las manos y el costado" y luego en el mismo capítulo vs. 27 "Pon aquí tu dedo, Y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado." Después de esto apagué la TV. No sé qué es lo que predicó la Pastora Paula, pero en razón de la previa conversación, esta Escritura me tocó profundamente. Usted sabe, que cuando tenemos heridas profundas, muy profundas que vienen a nuestras vidas, ansiosamente las escondemos. No queremos que otros vean o sientan la profundidad de nuestro dolor, preferimos cubrirlas y llorar a solas, al pie de la cama o de una tumba.
Pero, ¿qué es lo que hizo Jesús? Les mostró sus heridas en sus manos, sus pies y su costado, heridas que contemplaremos por la eternidad, el inocente Cordero de Dios, sacrificado por nuestros pecados. EL descubrió su costado, para mostrarles la herida, para que todos vieran. Yo soy alguien a quien no le gusta ver cicatrices, ni tampoco mostrar las mías. Pero Jesús las mostró: PARA NOSOTROS. Pienso que esto era precisamente la lección que necesitaba escuchar después de nuestra conversación. A mi me dijo: "No escondas tu dolor, no escondas tus heridas."
Note que esto fortaleció la fe de los discípulos. ¿Profundizan nuestras heridas la fe de nuestros discípulos? Después de un tiempo nuestras heridas cicatrizan, y ya no las puede distinguir, es por el Bálsamo de Galaad: Jesús. Yo no sé qué es lo que la Pastora Paula predicó, pero sí sé que el Espíritu Santo me habló a mí. Espero que esto sea de bendición para usted también.
Yo, Rafael, añadí Apocalipsis 5:6 "Y miré, y ví que en medio del trono... estaba en pie, un Cordero como inmolado…". El totalmente perfecto Cordero-Salvador hoy lleva eternamente las cicatrices de tortura y desfiguración. Pero hoy lo contemplo en asombro y admiración, porque esas heridas lo hacen aun más hermoso pues son las heridas de Su inmenso amor por mí.
"Sobre mis espaldas araron los aradores; hicieron largos surcos".
Salmo 129: 3 En los surcos de Sus espaldas se sembraron las semillas de nuestra sanidad.