Wednesday, July 6, 2011
¿Qué hay en una Rosa?
Una memoria. Una memoria hermosa de hace muchos años… cuando nos enamoramos.° Cuando por primera vez tomé tu mano mientras íbamos paseando. Las gotas de rocío en sus pétalos tan tiernos me hacen acordarme de la frescura, la pureza de ese momento!
¿Dónde estás ahora, mi amor, mi cariño? ¿Estás rodeado por ángeles gloriosos? ¿Estás gozando del compañerismo de aquellos que llegaron antes? ¿Cómo es el cielo? Desde allí… ¿me podés observar? ¿Podés ver mis lágrimas? Si es así, no lo tengas por pena, sino solo una expresión de mi profundo amor por vos. Añoro enviarte una carta, un mensaje por email, una rosa, un toque. Extraño tanto el toque de tu piel suave y lisa.
¿Dónde estás mi cariño, mi amor? Hoy te vi en una rosa.
Siempre tuyo.
Rafael
°Fue nuestra primera cita juntos. La llamé por teléfono para ver de qué color se iba a vestir. Luego le llevé un ramillete delicado de rosas amarillas para prender en su blusa. Desde ese día para siempre la rosa amarilla fue su flor favorita. Ella tenía 16 años, yo 17. Fuí a buscarla en mi recién comprado auto, un Oldsmobile de 1933. Ese vehículo elegante fue primero de mi abuela, luego de mi madre. Lo había comprador yo de mi madre con cien costosos dolares. Esa noche fuimos a un culto de “Juventud para Cristo” en el centro de Portland, Oregón. Mientras íbamos caminando desde el lugar donde estacioné el vehículo hasta el auditorio cívico nuestras manos se tocaron y las chispas volaron. Luego aumenté mi coraje y tome su mano por primera vez. ¡500 voltios cursaron por mi ser! Aún hoy puedo recorderlo como si fuera una foto, aún veo el lugar en la vereda donde ocurrió. Ella era mi amor, cerca a mi lado por más de 60 años, primero como novios por casi dos años y luego casi 59 años como mi amada esposa a través de días brillantes y noches oscuras.
Siendo que su flor favorita siempre fue la rosa amarrilla, nuestros hijos a veces le regalaban una planta de rosas amarrillas para adornar nuestro jardín. La rosa en la foto es de una plantita que nos regalo nuestro hijo Miguel. Hoy su belleza me llamó al distante pasado. Pero un poco más adelante tenemos otra cita… casi no la puedo esperar. Señor Jesús, quizás me dejarías llevarle una rosa amarrilla.