Monday, July 11, 2011

Predicando en las Calles de San Francisco

Ayer, domingo, me regocijé en un día impresionante en las calles de San Francisco con los Pastores Evan y April Prosser y su maravillosa " Iglesia de los Desamparados" (“The Homeless Church”). A último minuto me decidí de llevar conmigo mi guitarra hawaiana. Pienso que no la he tocado desde que
Frances se fue con Jesús el año pasado. Atrajo algo de atención, pero no tanto como Felipe. En ambas locaciones una de mañana y otra a la tarde Felipe tuvo una audiencia muy cautiva. Uno de los hermanos obreros me comentó que aun algunos de los burladores se pararon para prestar atención. Pienso que aun los adultos tienen algo de niños por dentro.

Pastor Evan toca el violín maravillosamente. Él realmente hace cantar a ese instrumento. Y él tiene un buen hombre para manejar el sonido, que también es un guitarrista profesional convertido. ¡Fenómeno! La alabanza estuvo grandiosa.
Sentí una tremenda unción al predicar en ambos servicios y podía sentir como la Palabra de Dios penetraba en lo profundo de sus corazones. Milagros invisibles que duran por toda la eternidad, se realizaban en lo más hondo. Al principio un solo hombre valiente respondió al llamado al altar de la mañana. Otros vinieron poco después para pedir oración. Un grupo más grande respondió en el servicio de la tarde. Jesús vino por los quebrantados de corazón, y esta es una obra de amor diseñada para alcanzarlos.
Después del servicio ellos siempre alimentan a la multitud ahí mismo en la calle. Usted habrá oído decir: "Sirva con una sonrisa". Aquí es "Servicio con el amor de Cristo". Mire a la hermana sirviendo desayuno y acariciando tiernamente la frente de esta mujer sin hogar.
Yo miré esos rostros y pensé, "Estas son personas reales, con necesidades profundas, igual que todos nosotros."

Muchas gracias por vuestras oraciones. ¡Algunos aun ayunaron y oraron! Mi voz aguantó tanto el servicio matutino como el vespertino, sin que sobrara mucho.
Mis costillas sobrevivieron todos los apretones de abrazos. ¡Por cierto, que personas heridas, cuando son tocadas por Jesús, saben abrazar bien fuerte!

Rafael