Friday, September 30, 2011

Brillantes en Su Diadema

¿Por dónde comienzo? ¡Lleno estoy del gozo del Señor en esta mañana!

Anoche llegué a la iglesia a las 18:30, aunque el servicio no comenzaba hasta las 20. Lo siguiente es lo que escribí en mi diario devocional esta mañana:

Zacarías 9:16-17 "Y los salvará en aquel día Jehová su Dios como rebaño de Su pueblo; porque como piedras de diadema serán enaltecidos en su tierra. Porque cuánta es su bondad, y cuánta su hermosura!" (La traducción NIV en inglés dice algo como, “Brillarán en su tierra como joyas en su diadema. ¡Cuán atractivos y hermosos serán!”)

"¡¿Gente que resplandece como piedras de diadema?!" Esta mañana, antes de leer esta escritura, con mucho gozo reflexionaba sobre la reunión de anoche en una pequeña aldea de campo, una iglesia rodeada de miles de hectárias de viñas.
El hermoso templo, ubicada en el Barrio 25 de Mayo a 14 kilómetros de Santa Rosa de Mendoza, fue construído enteramente por las manos de su pastor, Lucas Bastias. Al llegar la hora se llenó hasta rebosar con gente parada en la puerta. Muchos eran jóvenes, niños y adolescentes. Unos vinieron de otras iglesias.
Hubo todo un grupo de varones y niñas de 10 a 14 años de edad, que los había reunido una hermana que obviamente está dedicando su vida a ganarles para Jesús. Después del culto ella me presentó todo el grupo para que hiciera una oración especial por ellos. Mis ojos se fijaron en un jovencito de 10 años que estaba sonriendo y haciendo bromas, sus ojitos brillaban de diversión y travesura. Este niño va a ser un líder y yo se lo dije. Lo animé a que usara su habilidad de liderazgo para llevar muchas almas hacia las puertas del cielo.
Mi reflexión me trajo esa hermosa pareja joven con un bebito chiquitito, que me pidieron una bendición y el grupo de cuatro pastores de distintas iglesias allí en el campo que me rodearon para orar por mi y pedirme que también visitara sus iglesias.

Gozosamente me puse a reflexionar sobre toda esta escena y dije dentro de mi: "Estas personas son joyas. ¡Qué bellas son!" Minutos más tarde, al leer mi devocional (que voy leyendo a través de la Biblia), me llevó justo a Zacarías 9:16-17, en donde el Señor describe a su pueblo. "Porque como piedras de diadema serán enaltecidos en su tierra… y cuánta su hermosura!"

Donde yo estaba sentado la luz del sol iluminó mis manos y pude notar en cada mano un resplandeciente, un pequeñito brillante de color oro… (cómo aquellos que se usan para decorar las tarjetas de navidad). No tengo idea de dónde vinieron, y no estoy tratando de sugerir que esos dos brillantes fueron algo milagroso... quizá era algo con que me había rozado. Pero al ver ese color de oro brillar desde mis dos manos, sentí un tremendo gozo, como si esos dos brillantes significaban algo especial para mí. Y yo oré: "Jesús, hazme resplandecer como una piedra preciosa en tu diadema, y que yo pueda traer honra y gloria a Ti y a nuestro Padre Celestial, mientras me muevo entre este “tu pueblo hermoso".
(Fin de mi devocional). "

A mitad de mi mensaje anoche, una vecina que estaba visitando la iglesia por primera vez, se levantó de su asiento para salir con su nieto. Ella había estado muy atenta al mensaje, pero el niño la había estado molestando para salir por un tiempo. Yo había hablado con ella antes del culto. Paré mi mensaje, y me bajé de la plataforma. Ella me extendió su mano y me dijo que tenía que irse. Quietamente le pregunté si quería abrir su corazón a este maravilloso, amante, el Señor Jesús. Ella respondió positivamente. Por lo tanto la guié en una oración, y me tomé unos minutos para orar con ella. Sentía que no debía dejarla escapar, sin tener la oportunidad de aceptar a Jesús. Luego regresé a la plataforma y seguí por donde había dejado. Creo que Dios estaba obrando en muchos corazones, jóvenes y adultos.


A la medianoche me reuní con la familia del pastor en su mesa para comer unas deliciosas empanadas y sopa de verduras casera. ¡Era justo lo que yo necesitaba!

Supongo que cuando vos miras estas fotos dirás, "Estas personas no tienen nada de especial". Pero pienso que tenemos que mirarlos con los ojos de Jesús. EL los llama "atractivos, hermosos, como piedras resplandecientes de diadema", y yo también.

Rafael