En la foto de arriba me puede
ver en el Hotel Los Cocos en las montañas de Córdoba.
Algunos de ustedes ya saben que mi
único hermano varón, Mel, de 91 años, estaba muriendo al principio de la
semana pasada. Escribí la siguiente nota a mis hijos y sus esposas el miércoles.
Mi contacto con Mel anoche fue un
verdadero milagro. Yo estoy en Los Cocos, bien alto en las montañas
cordobesas en un Retiro Nacional del Liderazgo de las Asambleas de Dios en la
Argentina, juntamente con otros 150 pastores que están en posiciones de
liderazgo, juntamente con sus esposas.
Anoche se me ocurrió que aunque la
conección del WIFI aquí es muy esporádica, funciona de a ratos, es muy débil y
terriblemente lenta... lo menos que podía hacer es intentar de
alcanzar a Mel por medio de "Skype" con la esperanza de poder
hablar con él por última vez. Milagro # 1. Pude
conectarme inmediatamente con Alice, (la esposa de Mel) quien contestó el
teléfono. Luego hablé con Dan (uno de sus cinco hijos) y pregunté si había una pequeña posibilidad que Mel me pudiera escuchar si ponían el teléfono
junto a su oído. Me dijo que Mel estaba en "un profundo sueño
inducido por medicinas" y que durante todo el día no se había podido
comunicar para nada, pero que lo iba a intentar. Oí como Dan dijo:
"Papá, tu hermano, Ralph, está al teléfono desde la Argentina", e
inmediatamente le colocó el teléfono al oído. Milagro #2 Mel
contestó inmediatamente y reconoció que era yo y que le hablaba desde la
Argentina. ¡Me respondió varias veces durante nuestra conversación!
Yo estaba muy emocionado que pude
orar un poco con él, y darle gracias por haber sido tan buen ejemplo para su
hermanito menor y que pude decir: "Te veré pronto". Ya no me
acuerdo de lo que yo dije, pero cuando colgué el teléfono yo me daba cuenta que había recibido un milagro
doble.
La verdad es que yo volaba de alegría de tal manera que
interrumpí el servicio nocturno para compartir mi gozo con toda la
congregación, y todos se regocijaron conmigo.
Luego, 15 horas más tarde Mel se fue
con el Señor. Su última respuesta verbal fue conmigo por teléfono, aquí
en la Argentina, a 10.000 millas de distancia de su hogar en Seattle.
¡Qué consuelo es de tener al Señor a nuestro lado otorgándome un milagro
doble!
Rafael.