Han pasado 17 años desde que Frances
y yo ministramos en una pequeña y humilde iglesita en un cierto barrio de pocos recursos
en Santa Fe. Ahora mi GPS me llevó al área
general, pero la mayoría de las calles no estaban pavimentadas y ni tenían
nombres ni carteles. Tuve que pedir direcciones pues mi GPS estaba tan perdido como yo. Encontré una comisaría y paré para inquirir. Dos policías salieron para ayudarme.
Les dije adónde quería ir, y me dieron direcciones para llegar a la iglesia,
pero me dijeron: "Pero usted no se meta por allí! Es
demasiado peligroso!"
Les expliqué que yo era el que iba a predicar esta noche. Ellos dijeron: "Pues vaya por cuenta suya". (Ellos no
sabían lo de mi ángel guardián, Gabriel, que viaja conmigo).
A mi sorpresa encontré un enorme edificio nuevo en el lugar que había estado esa humilde iglesita... y me estacioné al
frente. La Pastora Lucy Soza me recibió con gran gozo. Entré en un
magnífico santuario preparado ¡para 800 personas! ¡Y aparecieron unas 500
hermanos un lunes por la noche!
Le pedí a Lucy que me sostuviera la
valija de Felipe (a la derecha). Creo que esa fue su única participación
en el servicio. Los jóvenes dirigieron la alabanza, hicieron los
anuncios, tomaron la ofrenda y presentaron al predicador. Ella
sencillamente permaneció sentada, adoraba y observaba. Tengo la certeza que varios
de esos jóvenes hubieran podido predicar también. (Siempre puede hacer click en las fotos para verlas mejor.)
Esta multitud de niños fácilmente estaría en las garras de Satanás si no fuera por la Pastora Lucy.
Después de un hermoso mover de Dios con un extendida tiempo en el altar, salimos creo como a la media noche. Pude ver a Lucy
caminando con una compañera dejando el sector iluminada y desapareciendo por calles oscuras. Mi
corazón decía: "Allí va una de las valientes de Dios, desafiando los poderes de la oscuridad!"
Y Gabriel dió vuelta y miró abajo al enemigo de la iglesia y dijo: "¡Satanás, ni se te ocurra tocarla!"
Rafael.