Ellos estaban sentados en la mesa preparando para servir la Santa
Cena a una familia que estuvo de viaje el domingo pasado y que se
perdieron esa bendición. Cuando Pastor Bañay comenzó a leer la Escritura, la
presencia del Señor llenó la cocina en su humilde vivienda. Lamentaba no
haber traído mi cámara, cuando me acordé que tenía mi teléfono celular en mi
cinto. Traté de captar el momento sin causar distracción. Prefiero
las fotos espontáneas, pero ellos se dieron cuenta y posaron para la
foto. La luz era pobre, la foto imperfecta, pero todo lo que yo quería es que ustedes se nos unieran
alrededor de esa mesa. Los elementos eran una canasta con pan partido y una copa en común, la cual pueden distinguir en el centro de la mesa. Toqué mi acordeón y cantamos todos
juntos: "En la cruz, en la cruz do primero ví la luz, y las manchas de mi
alma yo lavé. Fue allí por fe do vi a Jesús, y siempre feliz con El
seré." Jesús se nos unió allí en la mesa. Él no
necesita copas individuales servidas en relucientes bandejas de plata. Sin duda Él
está tan cómodo en humildes situaciones con pocos hermanos... tanto como en las lujosas con multitudes.
Al rato lo entré a Felipe para los niños. Nunca se sabe cómo van a reaccionar los niños. Algunos se asustan, pero la mayoría se deleita. Pero estos dos muchachitos vinieron corriendo a dar un abrazo a Felipe y me tocó compartir esa bendición. Con frecuencia, después de predicar y pasar tiempo en el altar me hallo hablando con alguien cuando siento unos tiernos brazitos abrazados fuertemente a mis piernas, y al mirar puedo contemplar a algún niño o niña mirándome. Pienso que realmente lo quieren abrazar a Felipe y yo soy lo más cerca que pueden llegar. En sus pequeñas mentes parece que ellos se dan cuenta que Felipe y yo somos una misma cosa.
¿Le has dado un abrazo a Jesús
últimamente? Inténtalo. Pienso que Dios el Padre se nos une en el
abrazo.
Rafael.