Esta tarde, sábado, me llamó mi hijo, Timoteo, y me invitó
a acompañarle con Evan, mi nieto, en una caminata excursión . Esto me
deleitó. Manejamos casi una hora hacia las Sierras Nevadas hasta el pueblo de Jamestown y luego doblamos al norte varios kilometros detrás
de una montaña de lava, de unos 200 metros de alto con sus empinados costados y
una llana mesa. Tim y Evan ya la habían escalado con anterioridad.
Estacionamos el vehículo y caminamos por más de un kilometro antes de comenzar el ascenso. Evan, con sus 15 años, no podía resistir de treparse a los árboles y a las altas rocas, lo cual me
recuerda de cuando yo tenía su edad... ¡qué divertido!
(Puede hacer click
en las fotos para agrandarlas).
Pasamos por dos antiguos pozos mineros de extracción de oro que penetran a las profundidades por debajo de la corriente de lava. Por hallar oro esos hombres de hace un siglo y medio hacían cosas muy peligrosas.
Partes del sendero eran muy empinadas. Pienso que Tim y Evan escalaban un poco más despacio que la última vez, en razón de que los seguía el octogenario abuelo.
Nos detuvimos en ocasiones para
disfrutar del paisaje y descansar. Partes del sendero se limitaban a
trepar por encima de enormes rocas.
En una parte tuvimos que agacharnos
para pasar por un tunel de vegetación en el cual nos descubrieron los
mosquitos, que luego nos acompañaron fielmente casi hasta la cima.
Una vez que llegamos a la cumbre,
caminamos hasta el borde oriental de la mesa, mirando hacia abajo unos 200 metros
donde se ve el Casino de Jamestown.
Pero desde el costado occidental de la mesa, el lado
por el cual ascendimos, la vista del Lago Tullock es maravillosa.
Mirando desde el borde occidental la caída de muchos metros es casi vertical. ¡Es verdaderamente impresionante!
Supongo que no tendré muchos años más para unirme a aventuras semejantes. Todas las
madrugadas cuando salgo al aire fresquito para caminar mis 3 kilometros por mi vecindario, miro arriba, contemplo las maravillosas
formaciones de las nubes, y doy gracias a Dios por la vida... y por Su Vida Abundante.
¡Sí, por la gracia de Dios estoy disfrutando la plenitud de la
vida! Por cierto que sabemos que muy pronto los años se llevarán nuestra
abundancia física, pero nuestra ''abundancia de vida espiritual" va mejorando
de a diario... hasta el día en el cual nos encontremos con nuestros seres
amados y a nuestro Salvador cara a cara. Rafael