Era el año 1953. Frances y yo compramos una pequeña casa rodante para vivir en ella mientras asistíamos al Southern California Bible College en Costa Mesa, ahora Universidad Vanguard. Rentamos un espacio en el "Parque Shady Lane" un camping para casas rodantes en Anaheim, a solamente dos kilometros de lo que hoy es Disneylandia. Frances asistió al mismo Instituto Bíblico por un año y luego tomó un empleo como vendedora en una pequeña tienda en Anaheim para ayudar con los gastos de mis estudios. Creo que ganaba 45 centavos del dolar por hora. Luego tuvo que dejar el trabajo cuando su embarazo ya estaba bien avanzado. Nuestro primogenito, Ronny, nació en el Hospital del Condado Orange. Era precioso!
Mientras estábamos viviendo en Shady Lane Parque Frances trabó amistad con Nancy, una vecina también recién casada. Recuerdo que era un momento muy crucial en la vida de esta joven. Ella confesó que vivía con una terrible culpa adentro pues estaba invitando a hombres a su traila cuando su marido estaba en su trabajo. Frances estuvo allí para amarla, aconsejarla y animarla, y orar por ella pero aún así no abrió su corazón a Cristo y eventualmente fueron echados del parque. Pero Frances continuó contacto con ella por cartas. Años despúes ella se convirtió y hasta el día de hoy sirve al Señor fervientemente.
Yo estaba llevando una carga completa de estudios en la Universidad en Costa Mesa, además de trabajar por las tardes para la distribuidora de ARCO (petroleo) en Anaheim. Después de las clases, por la tarde manejaba un enorme camión tanque entregando gasolina hasta las 18 horas. Después de esto operaba una estación de servicio por las noches a solas, atendiendo los clientes comprando gasolina, haciendo cambios de aceite y engrases, reparando neumáticos, limpiando los baños y todo hasta las 22 horas.
El dueño de la estación de servicio, Harold y su dulce esposa cristiana Rosie, también vivían en el mismo parque de trailas. Harold era un patron muy duro, muy vociferante y muy adepto a un lenguaje profano. Cuando se enojaba, cosa que sucedía con mucha frecuencia, el aire se ponía verde de vergüenza por sus palabrotas. Casi nunca podia terminar una frase dirigida a sus empleados sin colorearlas con palabrotas que no se pueden repetir. Durante el primer año que trabajé para él, ¡contrató y despidió a 16 empleados! ¡Dicho sea la verdad, que algunos de ellos no pudieron aguantar su lenguaje y maldiciones y se fueron sin ser despedidos!
Después de trabajar para él por unos dos años, en una explosión de ira y palabrotas, me despidió porque le había pedido que me diera franco sábado por medio para poder ir a predicar en un Centro de Militares en Longbeach.
Tres meses más tarde, una vez que yo estaba entregandole gasolina para su estación de servicio, me rogó que por favor volviera a trabajar para él... porque no se podia confiar de nadie con el dinero en efectivo de los que trabajaban a solas de noche. Me dijo: "Quizá tu seas un estúpido, pero por lo menos no me robas el dinero de la caja!" Yo necesitaba trabajo y acepté con la condición de que me diera franco sábado por medio para ir a predicar. ¡Harold aceptó el trato!
Nos mantuvimos en contacto con Harold y Rosie después de que se mudaron y abrieron otra estación de servicio y reparación de autos en Agua Dulce, al noreste de Los Angeles. Aún les visitamos en su nuevo hogar.
Después de graduarme, nos mudamos de esa área, remolcando nuestra casa rodante unas 650 kms hacia el norte a Carmichael, California donde servimos como pastores asistentes. Frances estaba embarazada con Tim, pero en aquellos días no se usaba el término "embarazada", sino que solamente se decía que "estaba por tener familia", y eso solamente las mujeres discutían de eso en privado.
Años más tarde, como misioneros en la Argentina ahora en deputación, estaba manejando mi pequeño VW, mi "escarabajo" yendo hacia el norte por la Ruta I-5 en las afueras de Los Angeles. Mi hijo Miguel estaba conmigo. Sentí una tremenda carga por el alma perdida de Harold, decidí ir a visitarle, a pesar que estaba unos 70 kms fuera de mi camino. Esos eran los días que no había teléfonos celulares, por lo tanto no podía llamarle. Fui hasta allí, pero para mi gran desilusión, ellos no estaban en casa. Coloqué una nota en su puerta, me pare allí y oré a Dios que lo salvara.
No recuerdo cuánto tiempo pasó de esto, pero un día recibimos una carta de Rosie diciéndonos que ¡Harold había sido maravillosamente salvo mirando al Pastor Jerry Falwell en la TV! Ellos averigüaron en dónde yo estaba predicando para un Banquete Misionero y ellos manejaron hasta Sacramento para poder asistir a oirme predicar. Con un apretón de manos colocó $100.00 en mis manos. Nos invitaron y unos meses más tarde manejamos hasta Agua Dulce para cenar con ellos. ¡Allí, a la cabecera de la mesa, estaba el nuevo Harold pidiendo la bendición de Dios sobre la comida, orando en el mismo nombre de Jesús que antes usaba para maldecir! ¡Eso era tan maravilloso que llenó mis ojos de lágrimas!
Mientras estábamos sentados a la mesa él me hizo acordar de aquél billete de $5.00 que yo había encontrado junto a la bombas de gasolina y que le había entregado a él. ¿Sería posible que ese billete le hubiera perseguido por más que estos siete años? Me han dicho que Harold era tan ferviente acerca de su fe en Cristo, como lo había sido con su lenguaje profano. Predicaba a todos. Llegó a ser un respetado diácono en su iglesia bautista y sirvió al Señor hasta que fue recibido en Gloria. Ocasionalmente todavía tengo contacto con su viuda Rosie. ¡Su hijo Donnie sigue al Señor con toda su familia!
A alguien se le cayó un billete doblado de $5.00 de su bolsillo, y lo dió por perdido, pero ese billete sirvió a una causa grande con recompensa eternal.
¿Verdad que servimos a un Dios grande?
Rafael.