LOAD significa adoración a Dios. Las cuatro letras forman un acronym y proveen una manera de organizar mi escrito diario de lo que Dios me revela. Mi diario devocional es privado y solo para mí, pero hoy me fue más que un escrito. Fue una experiencia que me dejó tirado a los pies de Cristo bañado un lágrimas. Solo por esto te lo comparto.
L. Lectura de la Escritura de Hoy: (LUCAS 7:44-48)"Y
vuelto a la mujer dijo a Simón: "¿Ves a esta mujer? Entré a tu casa,
y no me diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y
los ha enjugado con sus cabellos. No me diste beso; más ésta, desde que
entré, no ha cesado de besar mis pies. No ungiste mi cabeza con aceite,
más ésta ha ungido con perfume mis pies. Por lo cual te digo que sus
muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho, mas a quien se le perdona
poco, poco ama. Y a ella le dijo: Tus pecados te
son perdonados".
O. Observación: ¡Asombroso!
Este es otro cuadro de mi maravilloso Salvador. Se había hecho
famoso por levantar de los muertos al único hijo de una viuda y al sanar toda
clase de enfermedades. El público en general le estaba siguiendo por
todos lados y por divulgar las maravillosas cosas que veían que ÉL hacía.
ÉL era la noticia del día. Aunque la mayoría de los fariseos le
criticaban y se negaban a creer en ÉL, un fariseo llamado Simón le invitó a
comer y Jesús con un grupo de sus discípulos aceptaron. Pero apareció una
huésped inesperada... una mujer de mala fama por las calles. Normalmente
ella nunca hubiera entrado en la casa de un fariseo, pero atraída por su amor
por Jesús, se introdujo a escondidas y se arrodilló a los pies de Jesús.
Esta no era la primera vez que veía a Jesús. Sin duda esta mujer lo
había seguido con las multitudes y había visto su amor por los pecadores sin
esperanza como ella. Fue su amor por los perdidos y desahuciados
pecadores que se animó a cruzar las barreras de un territorio desconocido.
Se arrodilló ante sus polvorientos pies, besándolos vez tras vez y
dejando que sus ardientes lágrimas de arrepentimiento inundaran sus pies.
Luego, soltando sus largos cabellos los secó, no sin derramar sobre
ellos un costoso perfume.
¿En quien estaba enfocada la mirada de Jesús? ¿Acaso
en el acaudalado hombre religioso que lo había invitado a comer en su abundante
mesa? ¿O contemplaba los manjares excelentes, servidos con elegancia?
Yo no lo creo. Jesús estaba contemplando con profunda compasión a esta quebrantada mujer, y en un solo momento borró para siempre todos los pecados de ella,
diciendo: "Tus pecados te son perdonados".
A. Aplicación a mi Vida: Mi
Jesús, estaba y aun está en el negocio de perdonar.
Su amor y atención por vidas quebrantadas nunca ha cambiado. ¡Llora,
pecador, llora a Sus pies! Deja que tus lágrimas de arrepentimiento
fluyan a caudales. Y así vienen... pecadores decentes, alcohólicos... y drogadictos..., prostitutas con sus clientes..., hombres y mujeres, gente como yo, atados a la esclavitud del pecado. Sí, todos ellos
vienen... No, No!... Ni se trata solo de que aquí venimos. No, sino se trata de que aquí vengo yo. YO caigo ante Sus pies.
Cualquiera, en las circunstancias en las cuales se hallaba
Jesús, allí, delante de todos estos hombres de alta estima, habría
echado fuera a esa mujer. En el mejor de los casos, le hubiera dicho,
"Mira, éste no es el momento. Regresa cuando yo esté solo con mis
discípulos. Me estás avergonzando, me estás humillando. Al
aceptarte aquí, delante de toda esta gente decente, me estoy identificando
contigo. Por favor: Vete!
Pero ese no es mi Jesús. ÉL vino a este mundo
para esta mujer pecadora. ÉL vino a este mundo para un pecador como
Rafael. No se apartó de mí disgustado. Me abrió sus amantes brazos y me
levantó. Supe que me había aceptado Alguien que me amaba más que mi propia madre. ¡Yo estaba asombrado! ¡Conquistado para siempre por el amor del
Unigénito Hijo de Dios que me recibió aún a mi!
D. Dedicación expresada en oración: Y
así, hoy vuelvo a tí y me desplomo ante tus pies, amado Jesús. Sí, yo sé que
no soy digno de entrar en el mismo recinto contigo donde Tú estás sentado a la mesa.
No soy digno de que interrumpas tu magnífica cena hoy. Pero tu amor
me ha conquistado. No puedo quedarme afuera, mirando hacia adentro; hay
una fuerza sobrenatural que me empuja hacia adentro. Tu amor me atrae
como un poderoso imán. ¡Oh, el privilegio de besar esos pies
cicatrizados! No tengo costosos perfumes para ofrecerte, solamente mis
lágrimas y mi amor por Tí: mi Señor y Salvador! Tirado ante Tí en el
suelo, una vez más me rindo a Tu voluntad y Tu propósito para mi vida y mi
gloria es el privilegio de servirte en todos mis caminos y de la manera que Tú
escojas. Amén.
Rafael.