Ya son pasadas la medianoche y acabo de regresar a mi hotel aquí en Junín.
La cosa más extraña me sucedió en esta ciudad. Un pastor muy bueno me aceptó y me programó para esta noche, jueves (como sucede muchas veces, no era un culto regular). Y por primera vez en 20 años de ministerio, él y su esposa se olvidaron de anunciar un servicio especial con un ministro visitante. Ahora, sobre la hora, sencillamente el culto no iba a suceder.
La cosa más extraña me sucedió en esta ciudad. Un pastor muy bueno me aceptó y me programó para esta noche, jueves (como sucede muchas veces, no era un culto regular). Y por primera vez en 20 años de ministerio, él y su esposa se olvidaron de anunciar un servicio especial con un ministro visitante. Ahora, sobre la hora, sencillamente el culto no iba a suceder.
A las 17 horas estábamos conversando y comiendo un sandwich
en su cocina. De pronto Pastor Gonzalez le dijo a su esposa, Esther: "¿Por qué no
llamamos a los obreros laicos de la iglesia para que Rafael les hable?" Me preguntó si yo estaba de acuerdo, y le dije que si solamente 4 ó 5
vienen está bien conmigo. Hizo solamente 4 llamadas telefónicas
alcanzando a 4 de los líderes principales, que son líderes de otros líderes...
para informarles por teléfono y via Facebook y Twitter para reunirse en la iglesia
en menos de cuatro horas. Me quedé atónito cuando vinieron 50 líderes con
corazones hambrientos!
Yo no estaba bien preparado para esto y tomé como texto Juan 15:1-7 y vs 16 y traté de preparar algo coherente. Pero la verdad es que mi mensaje andaba vagando por todos lados. Pero la presencia del Señor estaba allí y Él me rescató. ¡Qué hermoso grupo de líderes jóvenes y mayores buscando al Señor con todo su alma!
Algunos de los hermanos ya se habían ido cuando de repente me acordé
que mi cámara estaba en mi coche y les grité a que se volvieran. Se
regresaron y volvieron a la plataforma para tomar esta foto.
Cuando ya
todos se habían ido y abrazado mi cuello y yo ya estaba en mi coche para irme,
un joven de unos 20 años se acercó a mi ventanilla y yo abrí la puerta me estrechó la mano y con lágrimas me dijo cuánto mi predicación había tocado su corazón.
¡Verdad que Dios es bueno! Mañana tendré otro culto en
la misma ciudad en otra Asamblea de Dios.
Rafael.