Hay
algunas historias cómicas y supersticiones que rodean la ventriloquía.
Y en la Argentina en donde se ve muy poco y solo por la tele... a veces tengo que enfrentar con preguntas raras.
Frances generalmente se paraba a mi lado, sosteniendo la valija de
Felipe. Algunas veces le preguntaban si era ella la que le daba voz a Felipe.
En otra ocasión durante una entrevista por radio en una
provincia sureña, el reportero me preguntó si era cierto que los ventrílocuos se nacían con dos estómagos. El hombre realmente lo pensaba en serio.
La palabra "ventriloquía" proviene del latín y quiere decir
"Hablar por medio del estómago".
Un
hombre anciano en las islas del Delta Paraná siempre me preguntaba cómo estaba Felipe. ¿Qué
podía yo decirle? Creo que él pensaba seriamente que Felipe estaba vivo.
En
algunas ocasiones niños muy inteligentes de unos tres o cuatro años, se asustan
de Felipe y salen corriendo y llorando. Son lo suficientemente
inteligentes para comprender que Felipe es un muñeco y como
tal no debiera estar mirándole y hablando. La mayoría lo disfrutan pensando que él realmente habla pero a la vez dándose cuenta que es una fantasía y que yo estoy detrás de todo esto.
Felipe
siempre se porta bien con los niños. Jamás los insulta o avergüenza. Siempre se confunde en las historias bíblicas y yo le tengo que corregir... y espero que los niños capten el mensaje. El extraño resultado
es que los niños me identifican con Felipe. Él lanza piropos a las niñas diciendo que son chicas lindas. Después del servicio tanto niñas como
varones vienen corriendo a saludarme y abrazan mis largas piernas y quieren que
me agache para darme un beso en la mejilla, y se cuelgan de mi cuello.
¡Es maravilloso! ¡Me encanta!
Algunos
años atrás estábamos de gira por USA, viviendo en Santa Cruz cerca de Bethany
College, hubo un campamento para los niños y me pidieron que presentara a
Felipe todas las noches. Después de varias noches algunos los niños de unos
11 a 12 años me gritaban: "No nos puede engañar, sabemos quién está
hablando".
Pensé
en arreglar este asunto. Tenía una pequeña grabadora que escondí dentro
de la valija. Compré un cassete de "grabación continua", o sea que se repite cada 45 segundos.
Grabé la voz de Felipe gritando: "Déjenme salir de aquí. Hay una cucaracha aquí.", y otras cosas
por el estilo. Luego coloqué una
llavecita afuera de la valija de manera que lo podía prender y apagar de
afuera.
Así
que, la última noche del campamento, una niña estaba sosteniendo la valija como
de costumbre, y al final de su acto Felipe se resistía como siempre de regresar
a su valija. Lo logré poner adentro, la cerré y prendí la llave. Mientras la niña caminaba hacia donde debía
dejar la valija junto al piano la voz de Felipe comenzó a gritar: "Déjenme
salir de aquí. Hay una cucaracha aquí
dentro. Tengo sed, denme un vaso de agua!", y otras cosas más. La asustada
niña depositó la valija y salió corriendo. Yo había terminado mi parte así
que agarré la valija, mientras caminaba hacia afuera. Felipe continuó gritado mientras yo saludaba a
los chicos y me fuí diciendo "Callate, Felipe".
Pero
la cosa se pone aún más divertida. Cuando regresamos a la Argentina,
cambié la grabación al español y la mantuve en la valija. Un día
mientras viajabamos en mi auto, tenía al Director de Misiones del Area en asiento
atrás de mi coche. De alguna manera, cuando mi coche pasó por un bache se prendió el botón en la valija, y el hermano
me dijo: "Hermano Ralph, usted no me va a creer, pero creo oir la voz de
Felipe gritando desde el baúl del coche." Tuve que parar el coche,
abrir el baúl y apagar la llave en la valija. Y tuve que contarle al hermano lo
sucedido.
Realmente
hacía poco uso de este truco, porque no hacía falta. Felipe es siempre un éxito sin añadir trucos.
Lo saco antes de predicar y lo disfrutan los grandes como los niños.
Pero
lo mejor todo sucedió una vez que estaba navegando por la maraña de ríos
y canales del Delta del Paraná. Tenía conmigo un joven pastor que estaba
disfrutando por única vez de compartir el ministerio conmigo en esta selva de islas.
Nuestra lancha "Mensajera de Paz" tenía in compartimiento en la proa para guardar equipajes, viandas, mi acordeón y entre otras cosas la valija de
Felipe. Uno tenía que entrar de rodillas
para sacar las cosas. Llegamos a un destino en el cual íbamos a tener un servicio, y el pastor entró en ese compartimiento
para sacar mi acordeón donde tenia su oído casi al lao de la valija de Felipe. Yo ya me había salido al muelle. De pronto
este joven pastor, sin darse cuenta golpeó la llavecita en la valija y escuchó la voz de
Felipe que gritaba:
"Déjenme salir de aquí. Hay una cucaracha aquí dentro!" El joven pastor salió de allí apurado. Yo estaba sobre el muelle a unos 7
metros de allí con una gran sonrisa. El joven pastor me miró a mí… luego a
la valija de Felipe... luego otra vez a mí y mientras tanto Felipe seguía gritando. Me
dijo, "Hombre, usted realmente lo hace muy bien!" Me bajé adentro de la lancha alcancé a la valija de Felipe y dije, "Cállate, Felipe" y por supuesto Felipe obedeció.
No le dije nunca una explicación… pues nunca me preguntó. Ja Ja.
¡Oh¡
¿Y les conté alguna vez lo que me
sucedió en el Aeropuerto de Oakland, California con una señora oficial de seguridad?
Siempre llevo conmigo a Felipe en mano en un avión pues es delicado. Cuando pasamos por el aparato de seguridad lo
pongo como siempre sobre la banda. Esa mujer paró el avance de la banda y me preguntó en
inglés, "¿Qué lleva usted aquí adentro?" Le dije que yo era ventrílocuo
y que ese era mi muñeco. Me preguntó si podía hacerle hablar, y le
contesté, "Si, pero únicamente si me permite sacarlo de la
valija". La gente detrás de mí se estaban poniendo impacientes
por la demora, por lo que ella le pasó la tarea a otro "screener",
diciéndome, "Es la hora de mi break. Quiero verlo hablar y actuar." Allí mismo lo saqué de la valija. Ella
era rubia y no parecía de manera alguna que hablara español, pero sin que yo me
diera cuenta, Felipe comenzó a hablarle en español. Pero ella, si, hablaba español. Ella dijo algo y Felipe le contestó en español y
así entablaron una amena conversación. De repente Felipe le dijo en
español: "Este tipo que me sostiene en sus manos no sabe ni una palabra en
español. Él no tiene idea de lo qué estamos hablando." Por
supuesto tuve que interrumpir al pequeño mentiroso, y le dije: "Felipe, tu
sabes que eso no es cierto". Y con esto… todos, incluso los que estaban
mirando se echaron a reír, y yo más que los otros, porque al fin de cuentas
todo eso era idea de Felipe, no la mía.
Bueno,
con todo esto, Felipe ya cumple 40 años, y ha sido un fantástico instrumento para atraer a personas de todas las edades a escuchar la proclamación del
Evangelio del amor de Jesús. Y eso es al final de lo que se trata.
Rafael.