Era el día del Padre y yo predicaba esa mañana en la Catedral de la Fe de Merlo. Es una iglesia relativamente nueva. El santuario es en
forma de L por lo tanto la foto no alcanza a ver toda la congregación.
Alguien que tiene una gran carga por los perdidos, había ido a la
estación del ferrocarril a invitar al culto a todos los que andaban por allí y logró traer dos hombres y esta dama en silla de ruedas.
Antes de que yo predicara el Pastor Eduardo Kasschewski dió
un corto pero conciso mensaje de salvación para los visitantes, y oró con
ellos. Creo que la dama en la silla de ruedas, junto con sus dos amigas
estaban entre los que dieron su primer paso a una vida nueva.
Le pedí a la esposa del pastor que sostuviera la valija de
Felipe, y ustedes ven que lo hizo con entusiasmo.
Jesús ama a los niñitos, ¡y yo también!
Disfrutamos de un precioso servicio, centrado en la familia.
Al final del servicio hice un llamado a que los padres pasaran al frente
con su esposa y sus hijos para orar por ellos. ¡Qué cuadro tan hermoso!
Luego el Pastor Eduardo llevó a la congregación a orar por
mi y por la protección de Dios. Los argentinos siempre son tan
considerados.
Al final del servicio todos los hermanos se amontonaron para
saludarme, darme besos y abrazos, tomar fotos, etc. Yo quería alcanzar
a los nuevos invitados para saludarlos, pero ya se habían ido.
Al irme solamente manejé unas pocas cuadras, cuando ví a la señora con su silla de ruedas acompañada por los dos hombres. Impulsivo como siempre, paré mi
auto adelante de ellos, puse el freno y dejé el auto andando y me volví hacia
ellos, y le dí un abrazo y el típico beso en la mejilla a los tres. Ellos lo apreciaron muchísimo.
Cuando regresé a mi auto, hallé que el sistema automático de seguridad anti-robo había cerrado completamente el auto, puertas y ventanas, con el motor andando.
Me quedé atónito.
Era domingo, Dia del Padre, y el primer encuentro futbolístico del equipo argentino de la Copa
Mundial. Todo el mundo estaba pegado a la Tele. Ningún
cerrajero en la Argentina iba a venir aunque encontrara
alguno. Además, junio es invierno en la Argentina. Yo había dejado mi saco
de abrigo en el auto y comenzaba a sentir frío pues estaba traspirado por predicar. Había perdido mi llave electrónica auxiliar hace más que un año. (La encontré días después de este evento, Gloria a Dios!)
Algunos hermanos de la iglesia que venían pasando a píe salieron a buscarme ayuda. Me trajeron dos policías femininas en su aúto patrullero, pero eran tan incapaces como yo. Alguien llamó al
pastor que trajo un mecánico, pero no pudo hacer nada. Ya se había
reunido una cantidad de gente a mi alrededor. Yo comenté a
alguien, "Lo que necesito es un buen ladrón de autos.", Por supuesto esto es una contradicción, pues no hay tal cosa como un buen ladrón
de autos. Ja. Alguien consiguió un alambre de una percha de ropa y entre varios intentaban levantar el botón del seguro, pero el sistema está preparado para resistir ese método.
Las dos policias feminias hubieran llamado a sus compañeros, pues pronto vinieron otros dos patrulleros con su auto. Ahora teníamos dos autos de patrulleros con las luces destellando, cuatro policías en uniforme, mucha gente rodeando mi auto y los vecinos parados en la vereda mirando... pero aún sin solución.
En mi exterior no se notaba mucho que yo estaba orando, pero adentro mío estaba gritando, "Señor Jesús,
ayúdame!" ... pues esto estaba llevando demasiado tiempo y yo tenía que
llegar a un servicio en otra ciudad esa tarde.
De pronto se me ocurrió algo, siendo que la llave estaba en contacto con el motor andando, si pudieramos lograr apretar el botón que baja la ventana el problema se solucionaba. Lo sugerí a los que manejaban el alambre. Lo intentaron, pero el alambre se doblaba. No tenía la fuerza necesaria. Ahora noté que uno de los
policías estaba destornillando la antena arriba de mi auto. Luego aflojó un poco la goma arriba de la puerta, metiendo la antena por allí. Y después
de tres o cuatro intentos pudo apretar el botón que bajó la ventana. Todos celebraron
con un gran grito de triunfo, y yo dí un fuerte grito (silencioso) por dentro: "Gracias
Jesús!"
Este policía había encontrado la perfecta herramiento en mi
auto. Le pregunté "¿Como se le ocurrió?" Me contestó que
él había sido policía por muchos años, y aprendió todas de las mañas de los ladrones
de autos. Le agradecí efusivamente y estreché su mano.
Ahora estoy de nuevo en California, pero si tan solo supiera cómo contactarme con el comisario de Merlo Norte por internet... quisiera felicitarlo por sus patrulleros, femininos y masculinos que me asistieron muy gentilmente en ese día del Padre.
Ahora estoy de nuevo en California, pero si tan solo supiera cómo contactarme con el comisario de Merlo Norte por internet... quisiera felicitarlo por sus patrulleros, femininos y masculinos que me asistieron muy gentilmente en ese día del Padre.
Bueno, yo había pedido "un buen ladrón de
autos", pero Dios me dió alguien mejor, ¡un policía que conocía las
mañas de los ladrones!
Rafael