La mayoría de las personas no se dan cuenta que cuando usted
envía a una familia al campo misionero... usted no manda solamente a una
pareja, sino como en nuestro caso a cinco misioneros.
Al final de un campamento de jóvenes en Lomas de Zamora, nuestro hijo Tim, de
quince años de edad, y su amigo Raúl, habían acompañado al camión con barriles
de basura al basurero. Ellos estaban sobrecogidos con compasión por los
niños pequeños que vivían en el basural, encaramándose sobre las pilas de
basura, ansiosos de ver qué es lo que estaban tirando, y buscando entre la
basura por algún bocado para comer. Ellos determinaron que irían a hacer
algo por niños como estos.
Vivíamos lejos de ese basural, pero a sólo 30 minutos por
tren y omnibus de nuestra casa había una enorme "villa miseria" de
las muchas que rodean a Buenos Aires. Esta villa se llamaba "La
Cava" (que quiere decir el pozo). Miles de familias vivían en chozas
hechas de cartón, pedazos de tyriplai, o un colchón destartalado o lo que
fuera. Era un lugar peligroso, al que no se le aconsejaba a nadie que
entrara si es que no vivía allí. Pero a veces es imposible controlar a
los adolescentes, y los teléfonos celulares aún no existían. Así pues, sin
que nosotros supiéramos Tim y Raúl decidieron visitar "La
Cava". Querían hacer algo por esta pobre gente para llevarlos a
Cristo.
Esta era un área pantanosa, sin sistemas de drenaje, por lo
tanto el agua y las cloacas están casi al nivel de la tierra que se pisa.
Pasaron por muchos ranchitos y llegaron a una "laguna" de agua
estancada. Un puentecito precario de madera los llevaba a una
"isla" llana cubierta con casitas, y llegaron al final del camino. Ya no había para
dónde ir. Una señora estaba parada ahí y comenzaron a hablar con ella
acerca de Jesús. Ella les dijo que su esposo tomaba mucho y que no
podía hallar trabajo, ni tampoco su hijo. Por lo tanto los muchachos le
dijeron: "¿Nos permite orar por esta situación?" Y allí mismo
estos dos adolscentes de unos qince años oraron por dos milagros, un trabajo para el esposo y otro
para su hijo.
Ellos regresaron al día siguiente, y la señora los estaba
esperando. Ella estaba muy excitada y gritó: ¡"Aquí vienen los hijos
de Dios!" Ella les contó que por milagro su esposo y su hijo habían
encontrado trabajo. Ella les ofreció el espacio frente su humilde vivienda para que
hicieran lo que quisieran. Fue así que comenzaron clases para los
niños los sábados en ese reducido espacio. Con el correr del tiempo
tuvieron un equipo de como 5 jóvenes de su iglesia para esa tarea.
Un día Tim me llamó desde un teléfono público de una
estación de servicio afuera de "La Cava". Se había olvidado en
casa su material de la clase para niños, y me pedía que se lo trajera. Yo
nunca había puesto pie en "La Cava", pero él me dió instrucciones
precisas de cómo llegar. Lo que no me dijo era la manera que ellos usaban
retretes. Ellos cavaban un agujero de un metro y pico de hondo y lo
rodeaban con unos cartones de un metro y medio de alto. Bueno, yo a pie
encontré la isla, crucé el puente y caminé por el senderito, camino a la clase. Vi por adelante una mujer adentro de un pequeño recinto pero no me dí cuenta de que se trataba. Pasé justo al lado y le saludé con "Buenas tardes." En seguida me di cuenta y con verguenza seguí adelante. Cuando se llena un retrete, le echan tierra y
cavan otro pozo.
Cuando llegó el tiempo de lluvias y el agua de la laguna
creció y comenzó a inundar la isla. Sin tomar en cuenta el inconveniente,
los jóvenes regresaron el sábado siguiente. Pero los senderos estaban
cubiertos de varios centímetros de agua. Tim iba al frente de guía, con
el grupo siguiéndolo. Pero por causa del agua, Tim se desvió ligeramente
del caminito porque no lo podía ver por el agua, y fue a dar dentro de un
"pozo negro", hasta la cintura en la cloaca. Yo recibí una
urgente llamada telefónica desde el teléfono de la estación de servicio. "Papá,
ven pronto a buscarme, y trae contigo muchos papeles de diario para cubrir los
asientos, porque así como estoy no puedo tomar el omnibus ni el tren para ir a
ningún lado."
Estos jóvenes llevaron adelante esta "obrita" por
unos dos o tres años.
Ahorraron sus dineritos y compraron unas
chapas y levantaron un pequeño lugar para las reuniones. Las fotos son por diapositivas, pues no había cámaras digitales en aquel entonces.
Aquí está Tim con algunos niños dentro de las paredes de
"su iglesia".
Tim con Raúl a su derecha. Varias familias fueron
salvas, y incluso el marido de la señora que tenía problemas con alcohol.
Cuando Tim se graduó de la secundaria y tenía que irse para volver a USA para asistir la universidad, llevó a sus feligreses a una iglesia de "La Biblia
Abierta" que estaba a ocho cuadras de "La Cava" y los puso al
cuidado del Pastor Castro.
Unos diez años más tarde el pastor Castro me invitó a
predicar en su iglesia, y varios hermanos que fueron salvos bajo el ministerio
de Tim con sus amigos, vinieron y me abrazaron fervorosamente. ¡Trabajo
bien hecho, Tim!
Saltando hacia adelante 40 años.
Aquí está Tim, hace dos semanas atrás, con su hija
adolescente Michelle, ministrando en la calle H con un grupo de hermanos de la
"Neighborhood Church" (Iglesia del Vecindario), ministrando a hombres y mujeres que viven en las calles de nuestra ciudad.
Tim ha servido en el equipo pastoral de la Neighborhood Church por los últimos 15 años.
Rafael.