Saturday, August 9, 2014

Hasta la Cintura en un Pozo Negro

La mayoría de las personas no se dan cuenta que cuando usted envía a una familia al campo misionero... usted no manda solamente a una pareja, sino como en nuestro caso a cinco misioneros. 

Al final de un campamento de jóvenes en Lomas de Zamora, nuestro hijo Tim, de quince años de edad, y su amigo Raúl, habían acompañado al camión con barriles de basura al basurero.  Ellos estaban sobrecogidos con compasión por los niños pequeños que vivían en el basural, encaramándose sobre las pilas de basura, ansiosos de ver qué es lo que estaban tirando, y buscando entre la basura por algún bocado para comer.  Ellos determinaron que irían a hacer algo por niños como estos.

Vivíamos lejos de ese basural, pero a sólo 30 minutos por tren y omnibus de nuestra casa había una enorme "villa miseria" de las muchas que rodean a Buenos Aires.  Esta villa se llamaba "La Cava" (que quiere decir el pozo). Miles de familias vivían en chozas hechas de cartón, pedazos de tyriplai, o un colchón destartalado o lo que fuera.  Era un lugar peligroso, al que no se le aconsejaba a nadie que entrara si es que no vivía allí.  Pero a veces es imposible controlar a los adolescentes, y los teléfonos celulares aún no existían.  Así pues, sin que nosotros supiéramos Tim y Raúl decidieron visitar "La Cava".  Querían hacer algo por esta pobre gente para llevarlos a Cristo.  

Esta era un área pantanosa, sin sistemas de drenaje, por lo tanto el agua y las cloacas están casi al nivel de la tierra que se pisa.  Pasaron por muchos ranchitos y llegaron a una "laguna" de agua estancada.  Un puentecito precario de madera los llevaba a una "isla" llana cubierta con casitas, y llegaron al final del camino.  Ya no había para dónde ir.  Una señora estaba parada ahí y comenzaron a hablar con ella acerca de Jesús.  Ella les dijo que su esposo tomaba mucho y que no podía hallar trabajo, ni tampoco su hijo.  Por lo tanto los muchachos le dijeron: "¿Nos permite orar por esta situación?"  Y allí mismo estos dos adolscentes de unos qince años oraron por dos milagros, un trabajo para el esposo y otro para su hijo.  

Ellos regresaron al día siguiente, y la señora los estaba esperando.  Ella estaba muy excitada y gritó: ¡"Aquí vienen los hijos de Dios!"  Ella les contó que por milagro su esposo y su hijo habían encontrado trabajo.  Ella les ofreció el espacio frente su humilde vivienda para que hicieran lo que quisieran.  Fue así que comenzaron clases para los niños los sábados en ese reducido espacio.  Con el correr del tiempo tuvieron un equipo de como 5 jóvenes de su iglesia para esa tarea.  

Un día Tim me llamó desde un teléfono público de una estación de servicio afuera de "La Cava".  Se había olvidado en casa su material de la clase para niños, y me pedía que se lo trajera.  Yo nunca había puesto pie en "La Cava", pero él me dió instrucciones precisas de cómo llegar.  Lo que no me dijo era la manera que ellos usaban retretes.  Ellos cavaban un agujero de un metro y pico de hondo y lo rodeaban con unos cartones de un metro y medio de alto.  Bueno, yo a pie encontré la isla, crucé el puente y caminé por el senderito, camino a la clase.  Vi por adelante una mujer adentro de un pequeño recinto pero no me dí cuenta de que se trataba.  Pasé justo al lado y le saludé con "Buenas tardes." En seguida me di cuenta y con verguenza seguí adelante.  Cuando se llena un retrete, le echan tierra y cavan otro pozo.  

Cuando llegó el tiempo de lluvias y el agua de la laguna creció y comenzó a inundar la isla.  Sin tomar en cuenta el inconveniente, los jóvenes regresaron  el sábado siguiente. Pero los senderos estaban cubiertos de varios centímetros de agua.  Tim iba al frente de guía, con el grupo siguiéndolo.  Pero por causa del agua, Tim se desvió ligeramente del caminito porque no lo podía ver por el agua, y fue a dar dentro de un "pozo negro", hasta la cintura en la cloaca.  Yo recibí una urgente llamada telefónica desde el teléfono de la estación de servicio.  "Papá, ven pronto a buscarme, y trae contigo muchos papeles de diario para cubrir los asientos, porque así como estoy no puedo tomar el omnibus ni el tren para ir a ningún lado."

Estos jóvenes llevaron adelante esta "obrita" por unos dos o tres años.  

Ahorraron sus dineritos y compraron unas chapas y levantaron un pequeño lugar para las reuniones. Las fotos son por diapositivas, pues no había cámaras digitales en aquel entonces.

Aquí está Tim con algunos niños dentro de las paredes de "su iglesia".


Tim con Raúl a su derecha.  Varias familias fueron salvas, y incluso el marido de la señora que tenía problemas con alcohol.  

Cuando Tim se graduó de la secundaria y tenía que irse para volver a USA para asistir la universidad, llevó a sus feligreses a una iglesia de "La Biblia Abierta" que estaba a ocho cuadras de "La Cava" y los puso al cuidado del Pastor Castro.  

Unos diez años más tarde el pastor Castro me invitó a predicar en su iglesia, y varios hermanos que fueron salvos bajo el ministerio de Tim con sus amigos, vinieron y me abrazaron fervorosamente.  ¡Trabajo bien hecho, Tim!

Saltando hacia adelante 40 años.

Aquí está Tim, hace dos semanas atrás,  con su hija adolescente Michelle, ministrando en la calle H con un grupo de hermanos de la "Neighborhood Church" (Iglesia del Vecindario), ministrando a hombres y mujeres que viven en las calles de nuestra ciudad.  

Tim ha servido en el equipo pastoral de la Neighborhood Church por los últimos 15 años.  

Rafael.