Miércoles 8 octubre 2014
Miramar
es una hermosa ciudad balnearia en la costa atlántica sureña. Frances y yo
tenemos queridos amigos allí, Pablo y Miriam Ruppel, que sirven como pastores de una iglesia de la Union de las Asambleas de Dios allí. Esta iglesia tiene una reputación de estar
invoulcrada en la comunidad. Anualmente hacen eventos especiales para
algunas de las escuelas públicas con títeres. danzas, dramas con un sano
mensaje cristiano. Ellos han bendecido por lo menos una de las escuelas
primarias localizada a unos 40 km en las afueras en el campo, al colectar
grandes cantidades de materiales escolares y de alimentos para sus estudiantes.
Su activa participación les ha ganado la confianza del liderazgo de esas
escuelas.
Por
lo tanto, cuando ellos se enteraron que yo iba a venir solamente para miércoles
y jueves, me programaron con Felipe para ministrar en tres de estas
escuelas.
Darío,
un joven con una sonrisa conquistadora, que está estudiando para ser maestro y
que parece conocer a todos en la ciudad, fue asignado para ser mi guía.
En la primera escuela nos dieron el tercer, cuarto y quinto grados.
Preferían mantener un grupo pequeño para poder mantener el orden. Darío me ayudó en todo, incluso de sostener la valija de Felipe. Les permití a los niños de la hilera delantera de acariciar a Perfume y Felipe
cantó y relató la historia del ciego Bartimeo.
La
cocina estaba contigua al cuarto que estábamos usando, y aquí pueden ver a las
cocineras asomándose para ver a Felipe.
Les
enseñé a cantar "He decidido seguir a Cristo". También
escribí en el pizarrón el versículo de Juan 8:12 "Yo soy la luz del
mundo, el que me sigue no andará en tinieblas, más tendrá la luz de la
vida." . Lo leímos varias veces y luego comenzé a borrar palabras por palabra, leyéndolo todos en unison vez tras vez cada vez con más palabras borradas. En 7 minutos ya se sabían el
versículo de memoria, quedando muy pocas palabras en el pizarrón. Luego hice que algunos voluntarios recitarlo totalmente de memoria y
los demás aplaudieron.
Luego
les hablé de los dos reinos: el reino de luz y el reino de las tinieblas.
Les expliqué que Jesús es el Rey del reino de luz, y que si le seguimos a
EL, EL promete iluminar nuestras vidas. Les advertí que estamos
rodeados de personas que andan en oscuridad. Estas personas tratarán de engañarlos y hacerles probar a escondidas drogas, a fumar, sexo, o bebidas
alcohólicas. El enemigo de nuestras almas nos quiere sumergir en la
oscuridad. Si seguimos a Jesús, caminaremos en la luz, porque EL nos da
la Luz de la Vida. Cantamos nuevamente "He decidido seguir a
Cristo". Cerré con una ferviente oración pidiendo que Dios ayudara que cada niño
siga verdaderamente a Cristo.
A
medida algunos alumnos iban saliendo para afuera, un grupo de chicos nos rodeaban. Les sacamos una foto juntamente conmigo.
Yo
había dejado en el pizarrón unas pocas palabras del versículo, y mientras estaba
ocupado en recibir abrazos, vi que una niña estaba escribiendo de memoria el
versículo.
Luego
otra niña lo quiso borrar y escribió todo el versículo de memoria. lo escribió
sin faltar palabra.
Luego repetí la experiencia en las otras escuelas, ajustando la experiencia al grado escolar.
Luego repetí la experiencia en las otras escuelas, ajustando la experiencia al grado escolar.
¡Y
qué tremendo servicio que tuvimos! El Señor decidió romper el
"frasco de alabastro" al derramar de Su Presencia. ¡Oh, cuánto
amo a Cristo!
Tuve
que chapotear por unos 5 cm de agua bajo un tremendo aguacero que me dejó
calado hasta los huesos hasta que pude cargar mis instrumentos y a Felipe
dentro de mi coche.
El
jueves 9 octubre por la mañana, Darío y yo hicimos nuestro último acto en la escuela
pública primaria.
¡Qué
atmósfera tan hermosa hubo en esta escuela! Ellos enseñan inglés desde el
primer grado.
Les dije que si yo tuviera niños los mandaría a esa escuela.
Les dije que si yo tuviera niños los mandaría a esa escuela.
Esa
misma noche manejé como por una hora siguiendo la costa hacia el norte a una
playa llamada Playa Serena, para ministrar en una pequeña iglesia en un humilde
barrio.
Juan Domingo y Teresa Romero, están plantando una iglesia aquí. Nuevamente estaba lloviendo a baldes. Eran calles de tierra y no había más remedio que pasar por el barro. Mi pequeño coche andaba a las patinadas para todos lados, pero al final me llevó a mi destino.
Juan Domingo y Teresa Romero, están plantando una iglesia aquí. Nuevamente estaba lloviendo a baldes. Eran calles de tierra y no había más remedio que pasar por el barro. Mi pequeño coche andaba a las patinadas para todos lados, pero al final me llevó a mi destino.
En
1977 los Romeros nos ayudaron a Frances y a mi en un suburbio de
Buenos Aires, con un grupo de drogadictos. Un esfuerzo que resultó en una nueva iglesia. Desde entonces han tenido
grandes cruzadas evangelísticas por diferentes partes del mundo (América,
Europa y USA) y ahora están iniciando una nueva iglesia en un humilde
barrio. ¡A uno no le queda más remedio de amar a esta clase de gente! Edificaron
un pequeño salón, y a pesar de la torrentosa lluvia y el barro, el
saloncito se llenó a toda su capacidad.
Hacía
mucho frío y no había calefacción. Varios pastores de los alrededores
habían venido también con algunos de sus congregaciones. ¡Oh, que servicio tan
bendecido!
A la
media noche estábamos reunidos el pastor y su esposa junto al calentito
fuego de la chimenea de la casita de unos vecinos. Lo pasamos gozando de una deliciosa cena de ravioles con carne mientras recordabamos benditos tiempos
pasados y exploramos nuevos planes con los hermanos Romero. Finalmente llegué a mi hotel a las
2 de la mañana. Hoy viernes, manejé de regreso a "mi casa" (un pequeño departamento prestado) en
Buenos Aires donde tengo programados seis eventos más para este fin de semana,
incluyendo el lunes, que es feriado.
Bueno,
les he referido los eventos de solo dos días. El martes, Dios mediante, salgo en viaje largo para iniciar mi gira al interior del país.
Rafael.