Comparto
con ustedes mi devocional de hoy, miércoles 7 de enero, 2015
(Quality Inn, Portland, OR).
Escritura:
Gén. 18-19; Salmo 3; Lucas 7.
E:
Lucas 7:47-50; "Por lo cual
te digo que sus pecados - que son muchos - han sido perdonados, porque amó
mucho; pero a quien poco se le perdona, poco ama. Y a ella le dijo:
Tus pecados han sido perdonados. Los que estaban sentados a la mesa
con ÉL comenzaron a decir entre sí: ¿Quién es éste que hasta
perdona pecados? Pero Jesús le dijo a la mujer: Tu fe te ha
salvado, vete en paz.”
O:
Una
mujer reconocida por su estilo inmoral de vida es atraída a Jesús e interrumpe
la fiesta en el hogar de un acaudalado fariseo. Incapaz de permanecer en
la calle, ella entra y se arrodilla detrás de Jesús que reclina junto a la
mesa. Ahora el perfume inunda el recinto. Ella llora copiosamente y
con sus largos cabellos seca las lágrimas con las que ha lavado los pies de
Jesús. Para su anfitrión, esto era una prueba absoluta de que Jesús no
era un profeta. Si realmente hubiera sido un profeta ÉL sabría qué clase
de mujer era ella, y no hubiera permitido que ella lo tocara.
A:
¿Hubiera
Jesús permitido que yo le tocara? Yo soy tan indigno como esa mujer.
Ese fariseo se consideraba a sí mismo como una persona muy buena.
Trataba de obedecer la Ley Mosaica, pero, como todos nosotros, él era destituido de la gloria de Dios. (Rom 3:23)
Era igualmente un indigno pecador. ¡Pero allí estaba esa mujer con
su estilo de vida inmoral que todos conocían! Manos pecadoras habían roto
la barrera del pecado y tocaron a Dios ese día. Y no sólo que tocaron Sus
pies, sino que también tocaron Su corazón. ¿Qué es lo que trajo salvación
a esa inmunda mujer en ese día? ¿Fué el sacrificio de su costoso perfume?
¿Eran sus ardientes lágrimas de arrepentimiento que en ese día lavaron
Sus sagrados pies? Jesús declara: “Tú fe
te ha salvado.” Ella irrumpió en aquella sala, porque ella
creía en ÉL. Sus acciones revelaron su fe y su amor por ÉL. La fe
tomó acción. Ella se agacha, bien abajo hasta el suelo. No puedes
secar los pies de alguien con tus cabellos si no asumes esa humilde posición.
Todo lo que Simón el fariseo pudo ver, era esa sucia, menospreciada
prostituta. Lo que Jesús vio era su profundo amor y fe desplegados en sus
acciones.
Hace
mucho tiempo atrás, cuando yo era un niño pequeño, arrodillado a Sus pies, ÉL
me miró y dijo: "Tu fe te ha salvado.
Vete en paz". Al instante yo supe que algo había
pasado en mi ser. Mi infantil oración había tocado Sus pies. Me
levanté y comencé a cantar: "Oh, cuanto amo a Cristo!" ¡Lo canté vez
tras vez durante todo ese día inolvidable! Y aún lo sigo cantando hoy.
P:
¿Cómo
puedo volver a tocar nuevamente Tus pies, Señor? ¿Qué es lo que te oigo
decir? "Te aseguro, que lo que le
hicisteis a uno de estos mis pequeñitos, mis hermanos y hermanas, a Mí me lo
habéis hecho." Oh, Señor, yo pensaba que Tú estabas
muy allá arriba en el cielo, y que no puedo alcanzar Tus pies. Abre mis
ojos para que vea que Tus pies están cerca de mí y dame el valor de irrumpir en
la escena y tocar los pies de Dios. Amén.
Rafael.