Saturday, January 24, 2015

Ella tocó los pies de Dios

Comparto con ustedes mi devocional de hoy, miércoles 7 de enero, 2015  (Quality Inn, Portland, OR).

Escritura:  Gén. 18-19;  Salmo 3;  Lucas 7.

E:  Lucas 7:47-50;  "Por lo  cual te digo que sus pecados - que son muchos - han sido perdonados, porque amó mucho; pero a quien poco se le perdona, poco ama.  Y a ella le dijo:  Tus pecados han sido perdonados.  Los que estaban sentados a la mesa con ÉL  comenzaron a decir entre sí:  ¿Quién es éste que hasta perdona pecados?  Pero Jesús le dijo a la mujer:  Tu fe te ha salvado, vete en paz.”

O:  Una mujer reconocida por su estilo inmoral de vida es atraída a Jesús e interrumpe la fiesta en el hogar de un acaudalado fariseo.  Incapaz de permanecer en la calle, ella entra y se arrodilla detrás de Jesús que reclina junto a la mesa.  Ahora el perfume inunda el recinto.  Ella llora copiosamente y con sus largos cabellos seca las lágrimas con las que ha lavado los pies de Jesús.  Para su anfitrión, esto era una prueba absoluta de que Jesús no era un profeta.  Si realmente hubiera sido un profeta ÉL sabría qué clase de mujer era ella, y no hubiera permitido que ella lo tocara.  

A:  ¿Hubiera Jesús permitido que yo le tocara?  Yo soy tan indigno como esa mujer.  Ese fariseo se consideraba a sí mismo como una persona muy buena.  Trataba de obedecer la Ley Mosaica, pero, como todos nosotros, él era destituido de la gloria de Dios. (Rom 3:23)  Era igualmente un indigno pecador.  ¡Pero allí estaba esa mujer con su estilo de vida inmoral que todos conocían!  Manos pecadoras habían roto la barrera del pecado y tocaron a Dios ese día.  Y no sólo que tocaron Sus pies, sino que también tocaron Su corazón.  ¿Qué es lo que trajo salvación a esa inmunda mujer en ese día?  ¿Fué el sacrificio de su costoso perfume?  ¿Eran sus ardientes lágrimas de arrepentimiento que en ese día lavaron Sus sagrados pies?  Jesús declara: “Tú fe te ha salvado.”  Ella irrumpió en aquella sala, porque ella creía en ÉL.  Sus acciones revelaron su fe y su amor por ÉL.  La fe tomó acción.  Ella se agacha, bien abajo hasta el suelo.  No puedes secar los pies de alguien con tus cabellos si no asumes esa humilde posición.  Todo lo que Simón el fariseo pudo ver, era esa sucia, menospreciada prostituta.  Lo que Jesús vio era su profundo amor y fe desplegados en sus acciones.  

Hace mucho tiempo atrás, cuando yo era un niño pequeño, arrodillado a Sus pies, ÉL me miró y dijo: "Tu fe te ha salvado.  Vete en paz".  Al instante yo supe que algo había pasado en mi ser.  Mi infantil oración había tocado Sus pies.  Me levanté y comencé a cantar: "Oh, cuanto amo a Cristo!" ¡Lo canté vez tras vez durante todo ese día inolvidable!  Y aún lo sigo cantando hoy.

P:  ¿Cómo puedo volver a tocar nuevamente Tus pies, Señor?  ¿Qué es lo que te oigo decir?  "Te aseguro, que lo que le hicisteis a uno de estos mis pequeñitos, mis hermanos y hermanas, a Mí me lo habéis hecho."  Oh, Señor, yo pensaba que Tú estabas muy allá arriba en el cielo, y que no puedo alcanzar Tus pies.  Abre mis ojos para que vea que Tus pies están cerca de mí y dame el valor de irrumpir en la escena y tocar los pies de Dios.  Amén.


Rafael.