Saturday, January 24, 2015

¡Perdonado!

Mi devocianal de hoy: Martes 1-13-15  (En mi hogar, Modesto)  
Lecturas:  Gén. 21-33  y Lucas 13

S:  Gén. 33:4  "Entonces Esaú corrió a su encuentro y lo abrazó, y echándose sobre su cuello lo besó, y lloraron.

O:  Jacob había engañado a su hermano mellizo, Esaú, y había huido para salvar su vida siendo que Esaú tenía planes de matarlo.  Ahora, muchos años más tarde Jacob regresa a su casa, temiendo que Esaú no solamente lo mataría a él, sino también a sus dos mujeres, y a sus hijos.  Cuando él se entera que Esaú sale a su encuentro con 400 hombres armados, Jacob está espantado.  Pero sabiamente envía por delante regalos a Esaú: ovejas y cabras y camellos, con la esperanza de calmar la ira de Esaú.  

Esa misma noche, estando solo antes de cruzar el río Jacob recibió una visita inesperada... un "Hombre".  El la oscuridad de la noche se lucharon.  De alguna manera Jacob se dio cuenta que estaba peleando con Dios mismo... y finalmente al amanecer él exclamó:  "¡No te dejaré si no me bendices!"  Jacob salió de ese encuentro un hombre cambiado.  No sólo que Dios le cambió el nombre de Jacob (engañador) a Israel (el que pelea con Dios) , pero Dios le tocó el hueso de la cadera y lo sacó fuera de su lugar, sino que probablemente lo dejó rengueando seriamente por el resto de su vida.   El nuevo Jacob, ahora llamado Israel, fue al encuentro con Esaú.  Esaú salió corriendo para encontrarse con su hermano rengo.  Se abrazaron y las lágrimas de arrepentimiento y perdón fluyeron copiosamente.  

A:  Frances y yo, en una breve visita desde la Argentina a USA, habíamos manejado unas 700 millas  desde
California  para visitar a  su madre y otros parientes.  Un choque emocional inesperado nos esperaba cuando regresamos a su antiguo hogar.  Llegamos por la puerta de atrás por la cual Frances esperaba una cálida bienvenida.  Golpeamos a la puerta.  Su padrastro, que siempre nos había recibido cálidamente, abrió la puerta y bruscamente nos dijo: "¿Qué es lo que quieren?"  Titubeando le respondimos: "Venimos a verles."  Su respuesta fue: "Pues, ya me han visto" y con un portazo cerró la puerta en nuestras narices.  

Estupefactos nos volvimos, sin que Frances pudiera ver a su madre que estaba adentro.  Ambos nos fuimos de allí, bañados en lágrimas.  Ninguno de los dos teníamos idea alguna de qué se podría tratar esa brecha entre nosotros. 

El papá de Frances había fallecido cuando ella tenía 12 años… dejando a 8 niños para criar y mantener.  Su madre trabajaba largas horas en los astilleros.  Ella conoció y se casó con un hombre que tenía un buen trabajo, que podía pagar la deuda de su casa y mantener su numerosa familia.  Él procedía de una infancia que había sido muy cruel y había escapado de su hogar para buscar de mantenerse por su cuenta siendo muy como joven.  No era un bebedor.  Tenía muchas cualidades excelentes.  Pero quizá, en razón del trato que recibió como niño, solía ser muy duro con sus hijastros e hijastras.  Pero esa época de su vida había quedado atrás, y siempre conseguimos llevarnos bien con él.  

Por medio de parientes finalmente pudimos enterarnos de qué era lo que sucedía con él.  Aparentemente  años atrás yo le había ofendido cuando le pedí que tomara mi coche y llevara la novia de mi hijo, Ron, al sitio de la boda en la cumbre del Monte Tabor.  Yo asumía que él se sentiría honrado de hacer esto.  Pero él se rehusó, tanto es así que tampoco vino a la boda a pesar de que adoraba a la novia de Ron, mi nuera Elisabet.  Aparentemente en la opinión de él, yo había violado el protocolo porque él pensaba que debía haber sido mi hijo Ron, el novio, o la misma novia que le hubiera invitado al honor de ser su chofer… no yo.  

Ahora, varios años más tarde vine a enterarme que él se había ofendido cuando le pedí que llevara a la novia al lugar de la boda.  Yo no tenía ni la más mínima idea de que lo había ofendido.  Mi idea había sido de darle un lugar de honor.  Ignoraba totalmente que lo había ofendido.  

Retornamos a la Argentina con un corazón quebrantado porque no pudimos enmendar esa brecha.  Juntos oramos y decidimos hacer algo para corregir esa situación.  Compramos un regalo de cumpleaños para él y se lo enviamos.  Aprovechamos toda situación posible para enviarle una tarjeta o un regalo.  Oramos por él.  Durante nuestra próxima época de itinerario misionero, regresamos a la puerta trasera de la casa, con aprehensión de cómo seríamos recibidos.  Pero esta vez la mamá de Frances abrió la puerta y su padrastro la recibió cariñosamente.  Parecía que había olvidado la presunta ofensa.  Desde esa fecha en adelante siempre nos trató bien a nosotros y a nuestra familia.  La mamá de Frances fue la primera en pasar a la eternidad, pero hasta el día en que él falleció, siempre que le aseguramos que lo queríamos mucho, él afirmaba "Yo no me lo merezco".  

Bueno, ¿quién de nosotros merece ser amado?  ¡Ciertamente no yo!  "Pero Dios demuestra Su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo, su único Hijo,  murió por nosotros"  (Romanos 5:8) .  

P: Dios, Tú nos  amaste tanto cuando aun éramos indignos pecadores, estoy seguro que cuando Tu eres blasfemado y evitado por aquellos a quienes Tú amas tanto, Tu tierno corazón se quebranta.  Muchas veces Tú has llamado a las puertas de nuestros corazones, solamente para recibir nuevamente un portazo en la cara. Tú nos has enviado el regalo de Tu Hijo Amado, para ablandar nuestros corazones , aunque lo menospreciamos, maltratamos   matamos.  
Pero cuando resucitó de los muertos y regresó al cielo, ÉL dejó la puerta abierta para nosotros, con un cartel sobre la puerta quer dice:"PERDONADOS".  Todo lo que les puedo ofrecer ahora es mi amor.   Por lo tanto, hoy me postro ante Tí y exclamo:  "¡Te amo, Padre, te amo!"


Rafael.