Sunday, January 25, 2015

Se Volvió y Me Miró

Devocional personal:  Jueves, 22 enero 2015  (Mi hogar, Modesto)  
Escrituras:     Éxodo 3-5      Lucas 22

Escritura:  Lucas 22:59-62  "Pasada como una hora, otro insistía, diciendo:  Ciertamente éste estaba con Él, pues también él es galileo.  Pero Pedro dijo: Hombre, yo no sé de qué hablas.  Y al instante, estando todavía él hablando, cantó un gallo.  Entonces el Señor se volvió y miró a Pedro.  Y recordó Pedro la palabra del Señor le había dicho: Antes que el gallo cante hoy, me negarás tres veces. Y saliendo fuera, lloró amargamente."   


Observación:   De todos los 12 apóstoles, Pedro era el que más hablaba.  Él fue el más presto a defenderle con una espada.  Él fue que abiertamente declaró que estaba listo a morir por Jesús.  Probablemente, debido en parte de que jactanciosamente había declarado que estaba dispuesto a morir por Él ... en vez de salir corriendo como los demás diez discípulos, Pedro, juntamente con Juan, sigue a la multitud que había llevado cautivo a Jesús.. pero a la distancia, para no ser visto.  El apóstol Juan conocía al Sumo Sacerdote por lo tanto podía entrar al patio también (Juan 18:15-17).  Cuando Pedro llegó al patio, Juan hizo arreglos para que Pedro también pudiera entrar.  Ahora, parado en medio de los guardas, sirvientes y enemigos de Jesús, Pedro quiere pasar desapercibido.  Él podía haberse imaginado la escena, algún guarda gritando: "¡Aquí tenemos el principal de los discípulos, arrestémoslo a él también!"  Por lo tanto  se esconde entre las sombras.  

Pero una de las muchachas exclama: "También éste estaba con Él."  "Mujer, yo no lo conozco."   ¡Uno!  Un poco más tarde Pedro comenzó a sentir el frío de la noche y un grupo de sirvientes se acercan a la fogata para calentarse un poco.  Pedro trata de pasar desapercibido al acercarse al fuego para calentar sus manos, pero la luz de la fogata ilumina su rostro.  Un poco después, otro al verlo,  dijo: "¡Tú también eres uno de ellos!"  "¿Quién yo? Yo no le conozco" .   ¡Dos!  Un poco después, otro al verlo, dijo, :"¡Tú también eres uno de ellos, tu acento galileo te delata!" , pero Pedro dijo: "Hombre, no es cierto. Pedro reversa a sus antiguos hábitos de pescador, que cuando sus redes se enredaban, usaba profanas imprecaciones, y les dice:  "¡Hombre, no sé de qué estáis hablando! "  ¡Tres!  Justo en ese momento el gallo canta.  Jesús tiene sus manos amarradas detrás de sus espaldas, uno de los guardas le ha abofeteado el rostro.  (Juan 18:22).  Personas importantes están vociferando acusaciones y amenazas contra Él, pero Él oye solamente el canto del gallo.  Se torna y mira a Pedro.  A través de la neblina de palabras obscenas y las acusaciones, a través de la irritada multitud que los separaba, sus ojos se cruzaron por solamente unos segundos, pero esa mirada... dijo más que 100 palabras.  Pedro se da vuelta y se escapa del patio y sale a la oscuridad de la noche.  Las lágrimas brotan y se derraman sobre las mejillas de la curtida  piel de Pedro el pescador. Él se odia a sí mismo.  Él es un fracasado.  Jesús le había dado un nuevo nombre: Pedro, la Roca.  Pero ahora se da cuenta que es un inútil cobarde sin remedio.


Aplicación:  ¿Ha estado usted en esa situación?  Yo sí.  Detesto admitirlo, pero así es.  Aún ahora me brotan las lágrimas cuando me acuerdo. ¡Cobarde inútil!  ¡Fracasado!  Todo lo que Jesús hace es mirarme.  No me grita condenación.  No me apunta con el dedo.  Solamente me mira.  Su mirada me basta.  Corro hacia la oscuridad para llorar amargamente con arrepentimiento.  ¿Pensaba usted que los predicadores no tienen de qué arrepentirse?  Yo no puedo hablar por otros.  Pero este predicador sí.  El fracaso de Pedro me llena de esperanza.  Después de Su resurrección Jesús hace un esfuerzo especial para restaurar a Pedro.  Jesús no renunció a restaurar a un débil, mentiroso, fracasado llamado Simón Pedro.  Por lo tanto yo sé que no me va a abandonar a mí.  


Oración.  ¡Oh, Salvador, he prometido plantar la semilla de mi vida para cumplir Tu misión!  Al igual que Simón Pedro, también yo he consagrado mi vida a estar dispuesto a morir por Tí.  Pero lamentablemente, como Simón Pedro, he fallado hablar por ti al estar rodeado de enemigos.  Pero Tú te volteaste y me miraste.  Me siento avergonzado, pero siento Tu amor, compasión y misericordia.  Tu gracia fluye como un río cuando Tú me miras.  La justicia me descartaría como inútil.  Pero tu mirada es un llamado a lágrimas de arrepentimiento, limpieza y un nuevo comienzo.  Qué mi promesa de morir por Ti, no sean solamente vanas palabras .  Qué pueda llevar tu mensaje a los perdidos y necesitados hasta el último día de mi vida.  


Rafael.